Este modesto y sencillo escrito no pretende ser un análisis profundo de la problemática de la marginación y la lucha no violenta. Para eso habrá que consultar a los especialistas.
Con este escrito se pretende plantear algunos conceptos, en el lenguaje más simple posible, para entendernos con su destinatario principal: las personas marginadas por esta sociedad y todos aquellos que se solidarizan con la lucha por los Derechos Humanos.
Debo aclarar también que en mi condición de Humanista considero que la violencia es repudiable en cualquier circunstancia y que la lucha no –violenta no necesita justificarse por la inutilidad de la lucha violenta; no obstante, si en algunos pasajes de este trabajo enfatizo en la inconveniencia del uso de la violencia es porque entiendo que muchas personas de buen corazón pueden caer en la trampa del sistema de llevar la lucha al terreno violento.
Hay mucho por discutir y mucho por transitar sobre cómo desarrollar la lucha para rebelarse contra los condicionamientos de una sociedad que margina cada vez a más gente.
Espero que este sencillo trabajo aporte su grano de arena.
Los conceptos vertidos aquí, excepto las cifras, forman parte de mi opinión personal y no deben interpretarse como la postura conjunta de una organización; no obstante creo que corresponde dejar claro ante el ocasional lector mi plena identificación con la filosofía y proyecto del Movimiento Humanista, en el cual participo activamente desde hace muchos años, y de cuya amplia bibliografía he extraído los siguientes conceptos que a continuación transcribo:
“Los Derechos Humanos no tienen la vigencia universal que sería deseable porque no dependen del poder universal del ser humano sino del poder de una parte sobre el todo y si los más elementales reclamos sobre el gobierno del propio cuerpo son pisoteados en todas las latitudes, sólo podemos hablar de aspiraciones que tendrán que convertirse en derechos. Los Derechos Humanos no pertenecen al pasado, están allí en el futuro succionando la intencionalidad, alimentando una lucha que se reaviva en cada nueva violación al destino del hombre. Por esto todo reclamo que se haga a favor de ellos tiene sentido porque muestra a los poderes actuales que no son omnipotentes y que no tienen controlado el futuro”. (Silo, “Humanizar la Tierra”, “El Paisaje Humano”).
“Hasta tanto el ser humano no realice plenamente una sociedad humana, es decir una sociedad en la que el poder esté en el todo social y no en una parte de él (sometiendo y objetivando al conjunto), la violencia será el signo bajo el cual se realice toda actividad social. Por ello, al hablar de violencia hay que mencionar al mundo instituido, y si a ese mundo se opone una lucha no violenta debe destacarse en primer lugar que una lucha no-violenta es tal porque no tolera la violencia. De manera que no es el caso de justificar un determinado tipo de lucha sino de definir las condiciones de violencia que impone ese sistema inhumano”. (Silo, “Humanizar la Tierra”, “El paisaje Humano”).
“Los humanistas no son violentos, pero por sobre todo no son cobardes ni temen enfrentar a la violencia porque su acción tiene sentido. Los humanistas conectan su vida personal, con la vida social. No plantean falsas antinomias y en ello radica su coherencia”. (Silo, “Cartas a mis Amigos”)
“El Nuevo Humanismo se esfuerza en minimizar la violencia hasta el límite extremo, superarla completamente en perspectiva y encaminar todos los métodos y formas de resolver oposiciones y conflictos sobre los rieles de la no-violencia creadora”. (Silo, “Diccionario del Nuevo Humanismo”)
jueves, 17 de mayo de 2007
Introduccion
La sociedad actual pareciera encontrarse en un callejón sin salida, mientras se van sucediendo los diferentes gobiernos democráticos elegidos por la gente, va aumentando la disconformidad de esa misma gente por sus gobiernos. La paradoja de una democracia formal, donde parece que elegimos entre opciones diversas pero donde finalmente siempre gobierna el mismo poder, nos llena de impotencia. Mientras tanto, millones de seres humanos son arrojados fuera del sistema, cayendo en el desempleo y la marginación social, sin que aparentemente se pueda hacer nada para cambiar el rumbo de las cosas.
Y mientras crece la impotencia en cada uno de esos seres humanos arrojados a su suerte, la respuesta del Estado es siempre la misma: No se puede solucionar el problema, la globalización es más fuerte, pero ya pasará. Parece ser que la impotencia tiñe a la sociedad toda. A veces la impotencia explota catárticamente en conflictos sociales aislados y desarticulados que no logran cambiar el rumbo de los acontecimientos. Mientras tanto el poder económico se sigue concentrando y los pueblos se siguen empobreciendo; la banca sigue succionando con tasas usureras y las multinacionales siguen devorando todo a su paso.
Y en una sociedad que nos enseñó que nuestros derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás, empezamos a ver crecer y crecer los derechos de los que más tienen, mientras que los nuestros se van reduciendo drásticamente, al punto tal que ni siquiera se nos respetan los mínimos derechos humanos, como son el derecho al trabajo, a la vivienda, a la salud y a la educación. Y sin embargo, todo parece funcionar dentro de la legalidad y con las instituciones democráticas vigentes.Nos dan una palmada en el hombro y nos dicen que nuestros reclamos son genuinos, que hay que esperar y que ya los van a resolver; mientras vemos como se llenan los bolsillos los funcionarios y acumulan poder los bancos y las multinacionales.
Pero todo es legal, la pérdida de nuestros derechos es legal, y no se puede hacer nada, salvo esperar al próximo gobierno que seguramente hará lo mismo.A
lgo no funciona, algo no nos han dicho cuando nos leyeron nuestros derechos mientras nos arrojaban al pozo de la marginación.
Lo que nos dijeron es que todo ser humano, viva en dictadura o viva en democracia, cuando es despojado del derecho al trabajo, del derecho a la salud, del derecho a la educación y a una vivienda digna, cuando se ha quedado sin ninguno de estos derechos, aún le queda el último derecho que no le podrán quitar.
El derecho a la Rebelión.
Una rebelión sin violencia, una rebelión organizada y con inteligencia, una rebelión donde la fuerza está en el espíritu de los que luchan por una causa justa. Una rebelión que utilice las metodologías de lucha de la no-violencia activa para cambiar el rumbo de las cosas. Y cambiar el rumbo significa empezar a luchar contra el poder real, que es el poder económico.
Y mientras crece la impotencia en cada uno de esos seres humanos arrojados a su suerte, la respuesta del Estado es siempre la misma: No se puede solucionar el problema, la globalización es más fuerte, pero ya pasará. Parece ser que la impotencia tiñe a la sociedad toda. A veces la impotencia explota catárticamente en conflictos sociales aislados y desarticulados que no logran cambiar el rumbo de los acontecimientos. Mientras tanto el poder económico se sigue concentrando y los pueblos se siguen empobreciendo; la banca sigue succionando con tasas usureras y las multinacionales siguen devorando todo a su paso.
Y en una sociedad que nos enseñó que nuestros derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás, empezamos a ver crecer y crecer los derechos de los que más tienen, mientras que los nuestros se van reduciendo drásticamente, al punto tal que ni siquiera se nos respetan los mínimos derechos humanos, como son el derecho al trabajo, a la vivienda, a la salud y a la educación. Y sin embargo, todo parece funcionar dentro de la legalidad y con las instituciones democráticas vigentes.Nos dan una palmada en el hombro y nos dicen que nuestros reclamos son genuinos, que hay que esperar y que ya los van a resolver; mientras vemos como se llenan los bolsillos los funcionarios y acumulan poder los bancos y las multinacionales.
Pero todo es legal, la pérdida de nuestros derechos es legal, y no se puede hacer nada, salvo esperar al próximo gobierno que seguramente hará lo mismo.A
lgo no funciona, algo no nos han dicho cuando nos leyeron nuestros derechos mientras nos arrojaban al pozo de la marginación.
Lo que nos dijeron es que todo ser humano, viva en dictadura o viva en democracia, cuando es despojado del derecho al trabajo, del derecho a la salud, del derecho a la educación y a una vivienda digna, cuando se ha quedado sin ninguno de estos derechos, aún le queda el último derecho que no le podrán quitar.
El derecho a la Rebelión.
Una rebelión sin violencia, una rebelión organizada y con inteligencia, una rebelión donde la fuerza está en el espíritu de los que luchan por una causa justa. Una rebelión que utilice las metodologías de lucha de la no-violencia activa para cambiar el rumbo de las cosas. Y cambiar el rumbo significa empezar a luchar contra el poder real, que es el poder económico.
La violacion de los derechos humanos en democracia
Desde luego que son muchos los casos en los que en plena democracia se violan derechos fundamentales a través del encarcelamiento, la tortura y la muerte. Pero no nos referimos a esos derechos que se violan clandestinamente, ya que una democracia jamás aceptaría que semejante realidad se difunda porque sería incompatible con el sistema y su imagen pública. Hablaremos de aquellos otros derechos humanos que a pesar de formar parte de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, pocas veces son considerados como tales: el derecho a la salud, a la educación, al trabajo, a una vivienda digna. Estos derechos que continuamente son negados y violados con total desparpajo dentro del marco de la legalidad.
Si le preguntáramos a alguien si un gobierno elegido democráticamente, puede violar los derechos humanos, la respuesta inmediata sería que no, pero a veces esos límites no están tan claros, como no lo están los derechos.
Por ejemplo, si en un país donde existen odios raciales ganara las elecciones democráticas un partido que representa a una de las razas y en su plataforma propone reimplantar la esclavitud para la raza perdedora, es para todos evidente que semejante propuesta no puede ser legitimada por el simple hecho de tener el aval del voto mayoritario. Si el partido gobernante insistiera en convertir en ley la reinstauración de la esclavitud, dicha norma sería legal pero no sería legítima porque viola el derecho a la libertad de las personas, y en ese caso los ciudadanos que se ven perjudicados por dicha ley tienen todo el derecho a rebelarse contra su implementación.
Este ejemplo sobre la violación de un derecho humano que hoy nos resulta tan evidente, no resultaba tan evidente hace escasos dos siglos, para una humanidad que había considerado a la esclavitud como una institución legítima durante miles de años. Hoy la visión retrospectiva convierte en imprescindibles usos y costumbres que en otra época, no tan remota, eran lo dado, lo normal, lo aceptado.
¿Cuántas cosas que hoy aceptamos como lo normal, les resultarán incomprensibles a nuestros nietos?
¿Acaso la aceptación de que la convivencia entre la opulencia de unos pocos y la miseria de muchos es lo correcto porque así lo establecen las reglas del capitalismo?
¿Acaso la aceptación de la fatalidad de que haya niños que mueren por causas previsibles, mientras políticos faranduleros llenan las tapas de las revistas de moda?
¿Acaso la contradicción de una democracia formal mediante la cuál el pueblo elige para gobernar a quienes al minuto siguiente detesta?
¡Cuántas cosas que hoy nos pasan y que vemos como fatalidades algún día se verán como lo que son: violaciones de derechos disfrazadas de “usos y costumbres aceptados”!
Porque si hoy alguien golpeara en nuestra casa y nos comunicara que somos esclavos e intentara encadenarnos, seguramente nos rebelaríamos con todas nuestras fuerzas y recibiríamos la ayuda de nuestros vecinos y amigos ante semejante atentado; y si alguien nos pretendiera obligar a casarnos con quien no queremos o a votar por quien no deseamos, seguramente también nos rebelaríamos.
¿Por qué entonces no nos rebelamos cuando no se nos trabajar para mantener a nuestra familia, o cuando no tenemos una casa donde vivir o cuando estamos enfermos y no tenemos atención adecuada?
¿Por qué creemos que estamos pidiendo un favor cuando reclamamos por algunos de nuestros derechos humanos, y hasta creemos que estamos cometiendo un delito si reclamamos fuera de los cánones que nos impone una ley redactada por quienes violan nuestros derechos?
¿Será que nos falta esclarecimiento acerca de cuáles son nuestros derechos?
¿Será que lo que es aceptado por la mayoría nos hace sentir impotentes para reclamar lo que creemos genuino?
¿Será que no logramos establecer la relación que existe entre las acciones del poder establecido y nuestros sufrimientos sociales, y no sabemos quién es el culpable?
¿Será que no hay culpables, o que todos somos un poco responsables por acción u omisión?Tal vez una mezcla de todas estas cosas.
Pero, ¿cuál será el punto de inflexión, cuál será el momento en que lo aceptado y lo dado ya no se vea como tal, sino como la violencia de un derecho y entonces comience la rebelión?
Tal vez cuando haya una conciencia generalizada acerca de cuáles son nuestros derechos.
Tal vez cuando sepamos contra qué hay que luchar.
Tal vez cuando sepamos que la lucha tiene posibilidades de llegar a buen término.
Tal vez una mezcla de todas estas cosas, o tal vez simplemente cuando resolvamos que queremos vivir y en condiciones dignas.
La burocratización en la violación de los derechos humanos.
Si habitamos una casa y alguien nos despoja de ella, nos resultaría evidente que ese alguien está violando nuestro derecho. Si un gobierno estableciera por ley que determinado sector de la población no tiene derecho a comer, resultaría muy clara la violación de un derecho. Lo mismo ocurriría si nos despojaran por decreto del derecho a la salud o a la educación.
Sin embargo en este mundo complejo y globalizado, donde la toma de decisiones nace en círculos de poder que ya no tienen identidad ni asiento geográfico visible, y esas decisiones se transmiten por una maraña de circuitos por donde circula la presión económica, el poder político y el manejo de la opinión pública. En esa compleja interacción de factores muchas veces se violan nuestros derechos sin que sepamos muy bien de donde viene el latigazo ni quién es el responsable si es que lo hay, y entonces nos encontramos con que fuimos despojados del derecho a una vivienda digna, del derecho al trabajo, a la salud y a la educación, como quien es víctima de una inundación o un terremoto o algún otro flagelo de la naturaleza, fuera del control de la voluntad humana.
En la época del proceso militar argentino se puso en marcha un siniestro plan para la desaparición de personas; en muchos aspectos este plan era ejecutado por una infernal maquinaria en la que la toma de decisiones e implementación era burocratizada de modo tal que muchos participaban en ella sin sentir que cargaban con la culpa de estar asesinando a una persona porque sólo habían sido un eslabón en la cadena, procedimientos ya utilizados por la maquinaria nazi en el exterminio de judíos. Las culpas se diluyen entre muchos, y entonces nadie se siente (o trata de no sentirse) totalmente responsable.
En una de las famosas novelas de intriga policial de Agatha Christie, un grupo de personas se puso de acuerdo para asesinar a alguien a quien todos odiaban, pero ninguno quería cargar en su conciencia el peso de un homicidio; entonces decidieron darle un somnífero y cuando dormía en su camarote en plena oscuridad, todos alteraron sus relojes y en diferentes momentos le dieron una puñalada cada uno. De ese modo nunca nadie supo quien le había asestado la puñalada mortal ni quien había apuñalado a un cadáver, y todos se sintieron un poquito culpables, pero nadie en su totalidad.
Del mismo modo, el sistema económico y social es una maquinaria de destrucción burocratizada, en la que unos pocos ponen intensión de destruir y violar los derechos de las mayorías, mientras muchos intermediarios son ejecutores parciales. En este sistema individualista del sálvese quien pueda, cualquiera puede justificar su accionar para defender sus propios intereses, aunque con ese accionar perjudique a otro (algo así como la obediencia debida del proceso militar).
Hay quienes toman decisiones financieras en algún lugar del mundo, entonces aumentan las tasas de interés en otro lugar del mundo, entonces una empresa tiene problemas financieros, entonces debe despedir gente para poder subsistir, y mientras tanto un Estado desfinanciado, mitad por obra de los usureros, mitad por obra de los corruptos del gobierno, no tiene dinero para dar un subsidio al desempleado. Entonces el desempleado se explica su situación diciendo que como la economía anda mal él quedó desocupado y como el Estado no tiene recursos él quedó desprotegido, y no hay nadie que pueda hacer nada. Se vive la situación con impotencia y desconcierto, porque no se sabe bien como se origina ni quienes son y donde están los responsables.
Y este ejemplo es muy sencillo, porque en realidad los circuitos de la toma de decisiones son mucho más complejos. En definitiva, lo que intentamos decir es que al burocratizarse la metodología de violación de los derechos humanos, pasa lo siguiente:
· No caemos en cuenta que se están violando nuestros derechos.
· No tenemos claro quienes son los responsables de nuestra situación.
· No tenemos claro quién nos puede resolver los problemas.
· Sentimos que nuestro problema es nuestro, y no de la organización social, y por lo tanto lo debemos resolver aisladamente.
Estos conceptos son muy importantes, porque son el principio de la explicación del porqué mucha gente no se rebela frente a la creciente violación de sus derechos, y quienes intentan hacerlo no logran tener eficacia en su accionar.
Si le preguntáramos a alguien si un gobierno elegido democráticamente, puede violar los derechos humanos, la respuesta inmediata sería que no, pero a veces esos límites no están tan claros, como no lo están los derechos.
Por ejemplo, si en un país donde existen odios raciales ganara las elecciones democráticas un partido que representa a una de las razas y en su plataforma propone reimplantar la esclavitud para la raza perdedora, es para todos evidente que semejante propuesta no puede ser legitimada por el simple hecho de tener el aval del voto mayoritario. Si el partido gobernante insistiera en convertir en ley la reinstauración de la esclavitud, dicha norma sería legal pero no sería legítima porque viola el derecho a la libertad de las personas, y en ese caso los ciudadanos que se ven perjudicados por dicha ley tienen todo el derecho a rebelarse contra su implementación.
Este ejemplo sobre la violación de un derecho humano que hoy nos resulta tan evidente, no resultaba tan evidente hace escasos dos siglos, para una humanidad que había considerado a la esclavitud como una institución legítima durante miles de años. Hoy la visión retrospectiva convierte en imprescindibles usos y costumbres que en otra época, no tan remota, eran lo dado, lo normal, lo aceptado.
¿Cuántas cosas que hoy aceptamos como lo normal, les resultarán incomprensibles a nuestros nietos?
¿Acaso la aceptación de que la convivencia entre la opulencia de unos pocos y la miseria de muchos es lo correcto porque así lo establecen las reglas del capitalismo?
¿Acaso la aceptación de la fatalidad de que haya niños que mueren por causas previsibles, mientras políticos faranduleros llenan las tapas de las revistas de moda?
¿Acaso la contradicción de una democracia formal mediante la cuál el pueblo elige para gobernar a quienes al minuto siguiente detesta?
¡Cuántas cosas que hoy nos pasan y que vemos como fatalidades algún día se verán como lo que son: violaciones de derechos disfrazadas de “usos y costumbres aceptados”!
Porque si hoy alguien golpeara en nuestra casa y nos comunicara que somos esclavos e intentara encadenarnos, seguramente nos rebelaríamos con todas nuestras fuerzas y recibiríamos la ayuda de nuestros vecinos y amigos ante semejante atentado; y si alguien nos pretendiera obligar a casarnos con quien no queremos o a votar por quien no deseamos, seguramente también nos rebelaríamos.
¿Por qué entonces no nos rebelamos cuando no se nos trabajar para mantener a nuestra familia, o cuando no tenemos una casa donde vivir o cuando estamos enfermos y no tenemos atención adecuada?
¿Por qué creemos que estamos pidiendo un favor cuando reclamamos por algunos de nuestros derechos humanos, y hasta creemos que estamos cometiendo un delito si reclamamos fuera de los cánones que nos impone una ley redactada por quienes violan nuestros derechos?
¿Será que nos falta esclarecimiento acerca de cuáles son nuestros derechos?
¿Será que lo que es aceptado por la mayoría nos hace sentir impotentes para reclamar lo que creemos genuino?
¿Será que no logramos establecer la relación que existe entre las acciones del poder establecido y nuestros sufrimientos sociales, y no sabemos quién es el culpable?
¿Será que no hay culpables, o que todos somos un poco responsables por acción u omisión?Tal vez una mezcla de todas estas cosas.
Pero, ¿cuál será el punto de inflexión, cuál será el momento en que lo aceptado y lo dado ya no se vea como tal, sino como la violencia de un derecho y entonces comience la rebelión?
Tal vez cuando haya una conciencia generalizada acerca de cuáles son nuestros derechos.
Tal vez cuando sepamos contra qué hay que luchar.
Tal vez cuando sepamos que la lucha tiene posibilidades de llegar a buen término.
Tal vez una mezcla de todas estas cosas, o tal vez simplemente cuando resolvamos que queremos vivir y en condiciones dignas.
La burocratización en la violación de los derechos humanos.
Si habitamos una casa y alguien nos despoja de ella, nos resultaría evidente que ese alguien está violando nuestro derecho. Si un gobierno estableciera por ley que determinado sector de la población no tiene derecho a comer, resultaría muy clara la violación de un derecho. Lo mismo ocurriría si nos despojaran por decreto del derecho a la salud o a la educación.
Sin embargo en este mundo complejo y globalizado, donde la toma de decisiones nace en círculos de poder que ya no tienen identidad ni asiento geográfico visible, y esas decisiones se transmiten por una maraña de circuitos por donde circula la presión económica, el poder político y el manejo de la opinión pública. En esa compleja interacción de factores muchas veces se violan nuestros derechos sin que sepamos muy bien de donde viene el latigazo ni quién es el responsable si es que lo hay, y entonces nos encontramos con que fuimos despojados del derecho a una vivienda digna, del derecho al trabajo, a la salud y a la educación, como quien es víctima de una inundación o un terremoto o algún otro flagelo de la naturaleza, fuera del control de la voluntad humana.
En la época del proceso militar argentino se puso en marcha un siniestro plan para la desaparición de personas; en muchos aspectos este plan era ejecutado por una infernal maquinaria en la que la toma de decisiones e implementación era burocratizada de modo tal que muchos participaban en ella sin sentir que cargaban con la culpa de estar asesinando a una persona porque sólo habían sido un eslabón en la cadena, procedimientos ya utilizados por la maquinaria nazi en el exterminio de judíos. Las culpas se diluyen entre muchos, y entonces nadie se siente (o trata de no sentirse) totalmente responsable.
En una de las famosas novelas de intriga policial de Agatha Christie, un grupo de personas se puso de acuerdo para asesinar a alguien a quien todos odiaban, pero ninguno quería cargar en su conciencia el peso de un homicidio; entonces decidieron darle un somnífero y cuando dormía en su camarote en plena oscuridad, todos alteraron sus relojes y en diferentes momentos le dieron una puñalada cada uno. De ese modo nunca nadie supo quien le había asestado la puñalada mortal ni quien había apuñalado a un cadáver, y todos se sintieron un poquito culpables, pero nadie en su totalidad.
Del mismo modo, el sistema económico y social es una maquinaria de destrucción burocratizada, en la que unos pocos ponen intensión de destruir y violar los derechos de las mayorías, mientras muchos intermediarios son ejecutores parciales. En este sistema individualista del sálvese quien pueda, cualquiera puede justificar su accionar para defender sus propios intereses, aunque con ese accionar perjudique a otro (algo así como la obediencia debida del proceso militar).
Hay quienes toman decisiones financieras en algún lugar del mundo, entonces aumentan las tasas de interés en otro lugar del mundo, entonces una empresa tiene problemas financieros, entonces debe despedir gente para poder subsistir, y mientras tanto un Estado desfinanciado, mitad por obra de los usureros, mitad por obra de los corruptos del gobierno, no tiene dinero para dar un subsidio al desempleado. Entonces el desempleado se explica su situación diciendo que como la economía anda mal él quedó desocupado y como el Estado no tiene recursos él quedó desprotegido, y no hay nadie que pueda hacer nada. Se vive la situación con impotencia y desconcierto, porque no se sabe bien como se origina ni quienes son y donde están los responsables.
Y este ejemplo es muy sencillo, porque en realidad los circuitos de la toma de decisiones son mucho más complejos. En definitiva, lo que intentamos decir es que al burocratizarse la metodología de violación de los derechos humanos, pasa lo siguiente:
· No caemos en cuenta que se están violando nuestros derechos.
· No tenemos claro quienes son los responsables de nuestra situación.
· No tenemos claro quién nos puede resolver los problemas.
· Sentimos que nuestro problema es nuestro, y no de la organización social, y por lo tanto lo debemos resolver aisladamente.
Estos conceptos son muy importantes, porque son el principio de la explicación del porqué mucha gente no se rebela frente a la creciente violación de sus derechos, y quienes intentan hacerlo no logran tener eficacia en su accionar.
La accion directa - accion y reaccion
Si alguien nos atacara en forma directa, nuestra respuesta tiende a ser también directa. Si nos golpean, nos defendemos, o en todo caso huimos si estamos en inferioridad de condiciones. Pero cuando se produce un terremoto: ¿Cuál es la acción directa que podemos efectuar para terminar con el sismo? Ninguna, porque el origen del fenómeno está fuera de nuestro alcance.
Esto es lo que suele pasar con los problemas sociales, sentimos que no tenemos posibilidades de ejercer una acción directa que cambie el rumbo de las cosas. Pero a veces tendemos, casi por reflejo a ejercer alguna acción directa, a veces de modo catártico y hasta violento, pero casi siempre ineficaz.
Si estamos frente a un cajero de un banco y este nos quiere dar un billete falso, nuestra acción directa puede ser un escándalo ante el cuál finalmente se aclare la situación y resolvamos el problema. Pero si estamos frente a un cajero que nos efectúa un descuento no habitual en el pago de nuestro salario, porque tiene orden de la gerencia, y la gerencia a su vez recibió instrucciones de la casa matriz de efectuar ese descuento por resolución del Banco Central quien a su vez responde a una decisión económica tomada por el Ministerio de Hacienda a pedido del Fondo Monetario Internacional, que está presionado por los lobbies bancarios, etc., etc.,. entonces por más que tomemos de la solapa al pobre cajero, no vamos a poder resolver el problema y el descuento se nos hará aunque signifique un atropello; y mejor que soltemos rápido al cajero porque si no además nos meten presos.
Bueno, ese es un ejemplo de la burocratización en la violación de nuestros derechos y la consecuente ineficacia de la acción directa inmediata y aislada.
Podemos gritar e insultar para dejar sentado que no somos unos gallinas que se quedan callados, si, si, si... pero la platita igual se la quedó el banco.
Claro que también podemos presentar un recurso judicial, que nos costará más caro que el descuento que se nos hizo, y demorarán varios meses para finalmente decirnos que tenía razón el banco.
Esto es lo que suele pasar con los problemas sociales, sentimos que no tenemos posibilidades de ejercer una acción directa que cambie el rumbo de las cosas. Pero a veces tendemos, casi por reflejo a ejercer alguna acción directa, a veces de modo catártico y hasta violento, pero casi siempre ineficaz.
Si estamos frente a un cajero de un banco y este nos quiere dar un billete falso, nuestra acción directa puede ser un escándalo ante el cuál finalmente se aclare la situación y resolvamos el problema. Pero si estamos frente a un cajero que nos efectúa un descuento no habitual en el pago de nuestro salario, porque tiene orden de la gerencia, y la gerencia a su vez recibió instrucciones de la casa matriz de efectuar ese descuento por resolución del Banco Central quien a su vez responde a una decisión económica tomada por el Ministerio de Hacienda a pedido del Fondo Monetario Internacional, que está presionado por los lobbies bancarios, etc., etc.,. entonces por más que tomemos de la solapa al pobre cajero, no vamos a poder resolver el problema y el descuento se nos hará aunque signifique un atropello; y mejor que soltemos rápido al cajero porque si no además nos meten presos.
Bueno, ese es un ejemplo de la burocratización en la violación de nuestros derechos y la consecuente ineficacia de la acción directa inmediata y aislada.
Podemos gritar e insultar para dejar sentado que no somos unos gallinas que se quedan callados, si, si, si... pero la platita igual se la quedó el banco.
Claro que también podemos presentar un recurso judicial, que nos costará más caro que el descuento que se nos hizo, y demorarán varios meses para finalmente decirnos que tenía razón el banco.
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La marginacion
Este sistema social desecha gente y la arroja hacia la desprotección. Pero este fenómeno es muy diferente al fenómeno de la explotación capitalista salvaje que predominó entre fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX; en esa época se explotaba a la gente que trabajaba y entonces las organizaciones sindicales lucharon por sus reivindicaciones, por los derechos de los trabajadores, utilizando el instrumento de la huelga ya que de ese modo, paralizando las fábricas, tenían un elemento de presión sobre el capitalismo.
Hoy en día, independientemente de que continúe la explotación de los trabajadores en muchos lugares, el mayor problema es el de la creciente desocupación. El desocupado queda marginado del sistema y no tiene modo de ejercer presión al capital con el que ha perdido todo vínculo.
Como veremos más adelante, la lucha contra la marginación debe tener características muy diferentes a la vieja lucha de clases, incluyendo metodologías distintas.
La marginación social es funcional al capitalismo liberal, por lo tanto no figuran dentro de las aspiraciones del sistema ni el pleno empleo, ni la mejora en las condiciones de vida de la gente.
Numerosas empresas, entre ellas las multinacionales, tienen una política parecida con respecto a su personal, algo que podríamos definir como: ¡El que sale último queda fuera del juego!
Hay empresas que utilizan la táctica de despedir todos los años al 10 % de su personal, sistemáticamente sin importar cuán buenas personas sean todos. Desde luego que cada departamento selecciona a su criterio quienes fueron los que menos han rendido en el año, para que figuren entre los despedidos. Esto lleva a que todos compitan durante el año y se esfuercen histéricamente por rendir más que los demás, para no estar entre los que a fin de año se van. Y, de cualquier modo, el 10 % se irá.
Otras empresas despiden a los vendedores que menos ventas efectuaron en el mes, no importa que hayan sido buenos, si no fueron los mejores igual los despiden. Eso lleva a una feroz competencia en la búsqueda de mejorar el rendimiento, y de todos modos algunos serán despedidos.¡El que sale último, se cae al pozo!
Pero para que la amenaza funcione, tiene que existir un pozo adonde arrojar a los perdedores. Ese pozo es la marginación social, sin ella no hay chantaje posible.
Y seguramente que los aprendices de alcahuetes que aplican estas técnicas en las empresas creerán que están aplicando nuevas tecnologías en la organización de los Recursos Humanos (nombre pomposo para denominar la sofisticación de la nueva esclavitud), pero en realidad lo que están aplicando son las viejas teorías de David Ricardo, quien ya hace dos siglos afirmaba que el obrero debía ganar poco para que deba trabajar muchas horas para subsistir, pero no tan poco como para morirse y dejar de trabajar, y para ello una gran masa de desocupados haciendo fila para reemplazarlo, era el mejor estímulo para que se deje explotar.
Una persona desocupada, sin una vivienda digna, sin sistema de salud ni educación, es un paria, es un marginal, pero además es un “buen ejemplo” para mostrar adonde pueden llegar los que aún están allí si no se portan bien.
El capitalismo competitivo, en el que unos buscan devorarse a otros, necesariamente lleva a la concentración del poder en pocas manos y necesariamente lleva a una sociedad en la que cada vez menos personas están dentro del sistema, mientras el resto queda marginado. Y a su vez, la existencia del pozo de los marginados es el mejor estímulo para que los que aún están dentro del sistema hagan buena letra para ser eficientes y compitan y se saquen los ojos por un puesto, con tal de no caer al pozo; por lo cual irremediablemente un porcentaje de todos modos se caerá al pozo. A esto podemos llamarle un verdadero círculo vicioso.
Con su fuerza centrífuga el sistema arroja gente a la marginalidad y con su fuerza centrípeta hace que los que van quedando dentro traten de aferrarse cada vez más fuertemente.
Si bien esa fuerza, esa presión en ambos sentidos la ejercen quienes concentran el poder económico, necesitan indefectiblemente de una buena parte de la población, la que aún esté dentro del sistema, para que siga girando la rueda de su enriquecimiento sobre las cabezas de los marginados. Es decir que lamentablemente las mismas personas que entran en el juego son ejecutores (involuntarios o no) de los que van quedando fuera.
Veamos otro ejemplo. Un joven con estudios universitarios, sin hijos y con deseos de reunir dinero para viajar, tentado por las propagandas de las agencias de viaje y la TV, sale a buscar trabajo. Simultáneamente, un hombre de 40 años, con 5 hijos, que no terminó la primaria, también sale a buscar el mismo trabajo. Es más probable que la competencia la gane el joven, aunque tenga menos necesidades que el padre de una familia. Posiblemente nunca se conozcan, y a nadie se le ocurriría pensar que la marginalidad del padre de familia que no puede darle alimento a sus hijos es culpa de este joven. Tampoco se podría culpar a quien selecciona el personal, a quien le dan pautas para que seleccione por edad y nivel de estudio, tampoco a la empresa que para poder competir en el mercado debe maximizar el rendimiento al menor costo. Podríamos entonces culpar al mercado, pero ¿Quién es, dónde está? ¿No es nadie, somos todos?
¿Estaremos frente a la burocratización de la violación de los derechos humanos, donde todos son ejecutores de una parte del acto como en el cuento de Agatha Christie?
Hoy en día, independientemente de que continúe la explotación de los trabajadores en muchos lugares, el mayor problema es el de la creciente desocupación. El desocupado queda marginado del sistema y no tiene modo de ejercer presión al capital con el que ha perdido todo vínculo.
Como veremos más adelante, la lucha contra la marginación debe tener características muy diferentes a la vieja lucha de clases, incluyendo metodologías distintas.
La marginación social es funcional al capitalismo liberal, por lo tanto no figuran dentro de las aspiraciones del sistema ni el pleno empleo, ni la mejora en las condiciones de vida de la gente.
Numerosas empresas, entre ellas las multinacionales, tienen una política parecida con respecto a su personal, algo que podríamos definir como: ¡El que sale último queda fuera del juego!
Hay empresas que utilizan la táctica de despedir todos los años al 10 % de su personal, sistemáticamente sin importar cuán buenas personas sean todos. Desde luego que cada departamento selecciona a su criterio quienes fueron los que menos han rendido en el año, para que figuren entre los despedidos. Esto lleva a que todos compitan durante el año y se esfuercen histéricamente por rendir más que los demás, para no estar entre los que a fin de año se van. Y, de cualquier modo, el 10 % se irá.
Otras empresas despiden a los vendedores que menos ventas efectuaron en el mes, no importa que hayan sido buenos, si no fueron los mejores igual los despiden. Eso lleva a una feroz competencia en la búsqueda de mejorar el rendimiento, y de todos modos algunos serán despedidos.¡El que sale último, se cae al pozo!
Pero para que la amenaza funcione, tiene que existir un pozo adonde arrojar a los perdedores. Ese pozo es la marginación social, sin ella no hay chantaje posible.
Y seguramente que los aprendices de alcahuetes que aplican estas técnicas en las empresas creerán que están aplicando nuevas tecnologías en la organización de los Recursos Humanos (nombre pomposo para denominar la sofisticación de la nueva esclavitud), pero en realidad lo que están aplicando son las viejas teorías de David Ricardo, quien ya hace dos siglos afirmaba que el obrero debía ganar poco para que deba trabajar muchas horas para subsistir, pero no tan poco como para morirse y dejar de trabajar, y para ello una gran masa de desocupados haciendo fila para reemplazarlo, era el mejor estímulo para que se deje explotar.
Una persona desocupada, sin una vivienda digna, sin sistema de salud ni educación, es un paria, es un marginal, pero además es un “buen ejemplo” para mostrar adonde pueden llegar los que aún están allí si no se portan bien.
El capitalismo competitivo, en el que unos buscan devorarse a otros, necesariamente lleva a la concentración del poder en pocas manos y necesariamente lleva a una sociedad en la que cada vez menos personas están dentro del sistema, mientras el resto queda marginado. Y a su vez, la existencia del pozo de los marginados es el mejor estímulo para que los que aún están dentro del sistema hagan buena letra para ser eficientes y compitan y se saquen los ojos por un puesto, con tal de no caer al pozo; por lo cual irremediablemente un porcentaje de todos modos se caerá al pozo. A esto podemos llamarle un verdadero círculo vicioso.
Con su fuerza centrífuga el sistema arroja gente a la marginalidad y con su fuerza centrípeta hace que los que van quedando dentro traten de aferrarse cada vez más fuertemente.
Si bien esa fuerza, esa presión en ambos sentidos la ejercen quienes concentran el poder económico, necesitan indefectiblemente de una buena parte de la población, la que aún esté dentro del sistema, para que siga girando la rueda de su enriquecimiento sobre las cabezas de los marginados. Es decir que lamentablemente las mismas personas que entran en el juego son ejecutores (involuntarios o no) de los que van quedando fuera.
Veamos otro ejemplo. Un joven con estudios universitarios, sin hijos y con deseos de reunir dinero para viajar, tentado por las propagandas de las agencias de viaje y la TV, sale a buscar trabajo. Simultáneamente, un hombre de 40 años, con 5 hijos, que no terminó la primaria, también sale a buscar el mismo trabajo. Es más probable que la competencia la gane el joven, aunque tenga menos necesidades que el padre de una familia. Posiblemente nunca se conozcan, y a nadie se le ocurriría pensar que la marginalidad del padre de familia que no puede darle alimento a sus hijos es culpa de este joven. Tampoco se podría culpar a quien selecciona el personal, a quien le dan pautas para que seleccione por edad y nivel de estudio, tampoco a la empresa que para poder competir en el mercado debe maximizar el rendimiento al menor costo. Podríamos entonces culpar al mercado, pero ¿Quién es, dónde está? ¿No es nadie, somos todos?
¿Estaremos frente a la burocratización de la violación de los derechos humanos, donde todos son ejecutores de una parte del acto como en el cuento de Agatha Christie?
El papel del estado
Se podría pensar que la Democracia por sí sola, tal cual está, debería ser la mejor solución para el problema de la marginación, ya que si los marginados van siendo mayoría, bastará con que voten a un gobierno que los defienda, ya sea modificando el sistema económico que los margina, o ya sea creando subsidios y redes de contención dignas para los que quedan fuera del sistema.
Este concepto tiene por lo menos dos grandes fallas. Por una parte, ¿Qué pasa si los marginados aún son un porcentaje menor que los que permanecen en el sistema, y a estos últimos no les importa la suerte de los primeros, y por lo tanto votan a quien les mantenga su status?
Por otra parte, es evidente que hoy las democracias no son reales sino formales, porque a través de los medios de difusión financiados por el poder económico, se potencias siempre a unas pocas opciones electorales que representan al mismo sistema, aunque tengan un discurso progresista para captar los votos. Los ejemplos abundan de aquellos políticos que en su campaña prometen trabajo, techo, salud y educación para todos, y cuando están en el poder defienden a las multinacionales y a los bancos.
No obstante, está claro que la democracia de todos modos ofrece la posibilidad de generar alternativas electorales reales por donde los marginados puedan ir canalizando su divergencia con el sistema que los deja fuera. Pero estas alternativas, si efectivamente buscan cambiar el sistema, es decir si son genuinas, no contarán con el respaldo económico de los poderes a los que buscan combatir por razones obvias, y por lo tanto carecerán del aparato publicitario o inclusive lo tendrán en contra; esto hará que el crecimiento de tales alternativas políticas sea más lento. Esta lentitud, si bien no invalida la vía democrática, no se corresponde con el nivel de urgencia de algunas franjas de la población, las que pueden incluir dentro de su nihilismo político a todo el espectro político: a los políticos tradicionales porque los traicionan y a los alternativos porque avanzan muy lentamente. Esta encerrona hace que la gente busque salidas rápidas que de todos modos no conducen a nada pero le dejan la sensación de que algo se está haciendo. La respuesta catártica y violenta del estallido de un conflicto social, es una señal de impotencia.
Los pueblos viven una encerrona: el sistema económico los margina, el Estado no los protege y falsos líderes los traicionan.
Pero ojalá eso fuera todo, porque en los últimos años se agregó el fenómeno de la globalización, mediante el cuál los estados han pasado a ser rehenes de la banca internacional, por lo que muchas decisiones que afectan a la gente ya ni siquiera dependen de la voluntad política de sus gobernantes, que sólo son gerentes del verdadero poder.
Este concepto tiene por lo menos dos grandes fallas. Por una parte, ¿Qué pasa si los marginados aún son un porcentaje menor que los que permanecen en el sistema, y a estos últimos no les importa la suerte de los primeros, y por lo tanto votan a quien les mantenga su status?
Por otra parte, es evidente que hoy las democracias no son reales sino formales, porque a través de los medios de difusión financiados por el poder económico, se potencias siempre a unas pocas opciones electorales que representan al mismo sistema, aunque tengan un discurso progresista para captar los votos. Los ejemplos abundan de aquellos políticos que en su campaña prometen trabajo, techo, salud y educación para todos, y cuando están en el poder defienden a las multinacionales y a los bancos.
No obstante, está claro que la democracia de todos modos ofrece la posibilidad de generar alternativas electorales reales por donde los marginados puedan ir canalizando su divergencia con el sistema que los deja fuera. Pero estas alternativas, si efectivamente buscan cambiar el sistema, es decir si son genuinas, no contarán con el respaldo económico de los poderes a los que buscan combatir por razones obvias, y por lo tanto carecerán del aparato publicitario o inclusive lo tendrán en contra; esto hará que el crecimiento de tales alternativas políticas sea más lento. Esta lentitud, si bien no invalida la vía democrática, no se corresponde con el nivel de urgencia de algunas franjas de la población, las que pueden incluir dentro de su nihilismo político a todo el espectro político: a los políticos tradicionales porque los traicionan y a los alternativos porque avanzan muy lentamente. Esta encerrona hace que la gente busque salidas rápidas que de todos modos no conducen a nada pero le dejan la sensación de que algo se está haciendo. La respuesta catártica y violenta del estallido de un conflicto social, es una señal de impotencia.
Los pueblos viven una encerrona: el sistema económico los margina, el Estado no los protege y falsos líderes los traicionan.
Pero ojalá eso fuera todo, porque en los últimos años se agregó el fenómeno de la globalización, mediante el cuál los estados han pasado a ser rehenes de la banca internacional, por lo que muchas decisiones que afectan a la gente ya ni siquiera dependen de la voluntad política de sus gobernantes, que sólo son gerentes del verdadero poder.
El estado y la globalizacion
Hay quienes creen que efectuar críticas contra la globalización significa estar en contra del progreso; nada más alejado de la realidad. Una cosa es el fenómeno de la mundialización, en el que las comunicaciones y el intercambio cultural van haciendo que el mundo sea uno, más allá de las fronteras, lo cuál está muy bien y ojalá pronto el mundo sea una Gran Nación Humana Universal. Pero otra cosa muy distinta es lo que está pasando porque el poder económico utiliza el progreso y las comunicaciones para seguir concentrando riqueza y empobreciendo a los pueblos.
El poder económico concentrado, y sobre todo el poder financiero, la banca internacional se han montado sobre el proceso de globalización para manejarlo a su antojo y sacar provecho. El endeudamiento de los estados, las recetas económicas de los organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario y el Banco Mundial, las inversiones de las Naciones Unidas y USA en los asuntos internos de todos los países, las presiones de la Organización Mundial de Comercio para la apertura arbitraria de las fronteras comerciales, son sólo algunos de los ejemplos.
Hoy los capitales van y vienen libremente de un país a otro disciplinando las economías nacionales a su voluntad y pueden “secar” un país en un abrir y cerrar de ojos para luego ponerlo de rodillas y obligarlo a entregar su patrimonio a cambio del crédito usurero.
Esa libertad tienen los capitales financieros. Sin embargo las poblaciones no tienen la misma libertad para migrar desde su país en busca de trabajo hacia otras naciones. Las personas no gozan de la libertad de circular libremente por el mundo. Los países del denominado primer mundo, hacia donde tienden a migrar los marginados de los denominados “países en vías de desarrollo”, ponen serias limitaciones a la inmigración.
Ellos quieren la globalización que los enriquece pero no quieren que la pobreza que generan se les acerque. Los países del primer mundo tienden a ser como esos barrios privados denominados “countrys”, donde los pobres no pueden entrar porque un guardia de seguridad los detiene.
Desde luego que también dentro de los países del denominado primer mundo hay marginados, pero en general las fuerzas imperiales tratan de tener “tranquila su casa”, mientras les otorgan patente de pirata a las multinacionales para que saqueen a los pueblos de los países del resto del mundo.
Entonces a medida que la marginación avanza la gente trata de emigrar hacia los países ricos buscando oportunidades laborales, aunque sólo un bajo porcentaje logra concretarlo. Los pobres de todo el mundo tienen un problema similar a parte del pueblo cubano, a éstos no los dejan emigrar de su país y a los otros no los quieren recibir en ningún lado; conclusión ninguno tiene libertad para circular por el mundo. Entonces tenemos países enteros donde las poblaciones se mueren de hambre o apenas sobreviven en condiciones infrahumanas, y no pueden salir de allí porque nadie quiere recibirlos. Son como gigantescos campos de concentración a donde a veces llegan algunos alimentos o alguna ONG del sistema haciendo su negocio. Y desde ya que de todos modos muchos logran emigrar ilegalmente o aprovechando algún artilugio legal, pero el porcentaje es mucho menor al de los que emigrarían si la circulación de las personas fuese libre por todo el mundo, como libre es la circulación de capitales.
¿Qué pasaría si los miles de millones de pobres de Asia, África, Latinoamérica y Europa del Este pudieran emigrar libremente a Europa Occidental o a USA? Les colapsaría el sistema por los cuatro costados.
La globalización como está planteada es funcional al imperialismo, ya que mientras recibe los beneficios económicos succionando recursos con la libre circulación del capital financiero y las multinacionales, evita tener que hacerse cargo de la pobreza que genera gracias a las restricciones en la circulación de las personas.
Desde luego que para globalizar bajo esas condiciones se necesita que los gobernantes de los países sean obedientes al poder mundial, ya sea por complicidad o por chantaje o una combinación de ambas cosas. Y así las cosas los gobernantes siempre tienen la excusa de que no se pueden hacer determinadas cosas porque las presiones externas de un mundo complejo y globalizado no se lo permiten.
En el caso de Argentina, si al ingreso nacional se lo dividiera en partes iguales por cada familia, alcanzaría la cifra de 3.000 dólares mensuales para cada una, por lo tanto no debería haber un solo pobre. El problema es que para redistribuir los ingresos habría que afectar intereses, por ejemplo los de las empresas privatizadas, los grupos empresarios locales, las multinacionales y los bancos, y lógicamente que esos poderes son los que controlan a los gobiernos y no permitirían semejante afrenta. Sería una “violación a sus derechos usureros”, en nombre de una cosa tan “secundaria” como los derechos humanos del pueblo.
Y desde luego que si a algún funcionario distraído se le ocurriera pensar en tocar levemente sus intereses, tronará el escarmiento con la suba del riesgo país, la caída de las bolsas, la salida de capitales y otros chantajes que hacen volver en razón al díscolo funcionario.
Es por eso que muchas luchas sociales dirigidas a presionar a los gobiernos para obtener reivindicaciones chocan con la muralla del “o se puede” de los gobernantes, y en cierta manera dicen la verdad: ellos, no pueden.
-¡Los gobernantes somos sólo los gerentes, usted debe hablar con el dueño!-, parecen decirnos a modo de excusa.
-¿Y el dueño donde está?-, preguntamos nosotros. -¡No sabemos muy bien, pero en otro país seguro, y cada vez que no hacemos lo que dicen se viene una tormenta!-, responden.
Pareciera que estamos atrapados y sin salida
El poder económico concentrado, y sobre todo el poder financiero, la banca internacional se han montado sobre el proceso de globalización para manejarlo a su antojo y sacar provecho. El endeudamiento de los estados, las recetas económicas de los organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario y el Banco Mundial, las inversiones de las Naciones Unidas y USA en los asuntos internos de todos los países, las presiones de la Organización Mundial de Comercio para la apertura arbitraria de las fronteras comerciales, son sólo algunos de los ejemplos.
Hoy los capitales van y vienen libremente de un país a otro disciplinando las economías nacionales a su voluntad y pueden “secar” un país en un abrir y cerrar de ojos para luego ponerlo de rodillas y obligarlo a entregar su patrimonio a cambio del crédito usurero.
Esa libertad tienen los capitales financieros. Sin embargo las poblaciones no tienen la misma libertad para migrar desde su país en busca de trabajo hacia otras naciones. Las personas no gozan de la libertad de circular libremente por el mundo. Los países del denominado primer mundo, hacia donde tienden a migrar los marginados de los denominados “países en vías de desarrollo”, ponen serias limitaciones a la inmigración.
Ellos quieren la globalización que los enriquece pero no quieren que la pobreza que generan se les acerque. Los países del primer mundo tienden a ser como esos barrios privados denominados “countrys”, donde los pobres no pueden entrar porque un guardia de seguridad los detiene.
Desde luego que también dentro de los países del denominado primer mundo hay marginados, pero en general las fuerzas imperiales tratan de tener “tranquila su casa”, mientras les otorgan patente de pirata a las multinacionales para que saqueen a los pueblos de los países del resto del mundo.
Entonces a medida que la marginación avanza la gente trata de emigrar hacia los países ricos buscando oportunidades laborales, aunque sólo un bajo porcentaje logra concretarlo. Los pobres de todo el mundo tienen un problema similar a parte del pueblo cubano, a éstos no los dejan emigrar de su país y a los otros no los quieren recibir en ningún lado; conclusión ninguno tiene libertad para circular por el mundo. Entonces tenemos países enteros donde las poblaciones se mueren de hambre o apenas sobreviven en condiciones infrahumanas, y no pueden salir de allí porque nadie quiere recibirlos. Son como gigantescos campos de concentración a donde a veces llegan algunos alimentos o alguna ONG del sistema haciendo su negocio. Y desde ya que de todos modos muchos logran emigrar ilegalmente o aprovechando algún artilugio legal, pero el porcentaje es mucho menor al de los que emigrarían si la circulación de las personas fuese libre por todo el mundo, como libre es la circulación de capitales.
¿Qué pasaría si los miles de millones de pobres de Asia, África, Latinoamérica y Europa del Este pudieran emigrar libremente a Europa Occidental o a USA? Les colapsaría el sistema por los cuatro costados.
La globalización como está planteada es funcional al imperialismo, ya que mientras recibe los beneficios económicos succionando recursos con la libre circulación del capital financiero y las multinacionales, evita tener que hacerse cargo de la pobreza que genera gracias a las restricciones en la circulación de las personas.
Desde luego que para globalizar bajo esas condiciones se necesita que los gobernantes de los países sean obedientes al poder mundial, ya sea por complicidad o por chantaje o una combinación de ambas cosas. Y así las cosas los gobernantes siempre tienen la excusa de que no se pueden hacer determinadas cosas porque las presiones externas de un mundo complejo y globalizado no se lo permiten.
En el caso de Argentina, si al ingreso nacional se lo dividiera en partes iguales por cada familia, alcanzaría la cifra de 3.000 dólares mensuales para cada una, por lo tanto no debería haber un solo pobre. El problema es que para redistribuir los ingresos habría que afectar intereses, por ejemplo los de las empresas privatizadas, los grupos empresarios locales, las multinacionales y los bancos, y lógicamente que esos poderes son los que controlan a los gobiernos y no permitirían semejante afrenta. Sería una “violación a sus derechos usureros”, en nombre de una cosa tan “secundaria” como los derechos humanos del pueblo.
Y desde luego que si a algún funcionario distraído se le ocurriera pensar en tocar levemente sus intereses, tronará el escarmiento con la suba del riesgo país, la caída de las bolsas, la salida de capitales y otros chantajes que hacen volver en razón al díscolo funcionario.
Es por eso que muchas luchas sociales dirigidas a presionar a los gobiernos para obtener reivindicaciones chocan con la muralla del “o se puede” de los gobernantes, y en cierta manera dicen la verdad: ellos, no pueden.
-¡Los gobernantes somos sólo los gerentes, usted debe hablar con el dueño!-, parecen decirnos a modo de excusa.
-¿Y el dueño donde está?-, preguntamos nosotros. -¡No sabemos muy bien, pero en otro país seguro, y cada vez que no hacemos lo que dicen se viene una tormenta!-, responden.
Pareciera que estamos atrapados y sin salida
Que hacer entonces
Desde luego que en el mediano plazo debemos ir hacia una democracia real y participativa, donde el pueblo realmente gobierne a través de sus genuinos representantes.
Desde luego que la solución no es una dictadura ni la anarquía.
La respuesta es la democracia real, y no la formal que ahora tenemos.
Pero el dilema es cómo avanzar hacia ello mientras se trata de dar respuesta a las urgencias de los más necesitados.
Porque hay dos problemas que en realidad son dos aspectos de la misma cosa:
Una verdadera alternativa política a los partidos tradicionales sólo puede crecer y tomar el poder si encarna un verdadero Movimiento Social ¿De qué Movimiento Social estaríamos hablando?
Y desde luego que un Movimiento Social implica mucho más que la lucha por mejorar las condiciones de vida mínimas, sus objetivos deben ser más amplios, profundos y diversos. Pero en el aspecto que estamos analizando ahora, de la rebeldía frente a la marginación, seguramente que un Movimiento Social debería crecer desde la lucha junto a los que menos tienen, a la vez que vaya creciendo como alternativa política.
Ahora bien, cuando se habla de lucha, muchas son las interpretaciones que puede tener esa palabra y a veces se la suele asociar con la violencia. En tal sentido debemos ser claros y contundentes:
La violencia no conduce a nada positivo para el ser humano, ya sea que se la plantee a priori como metodología de acción, ya sea que se desemboque en ella como respuesta a la represión del gobierno.
Desde luego que la solución no es una dictadura ni la anarquía.
La respuesta es la democracia real, y no la formal que ahora tenemos.
Pero el dilema es cómo avanzar hacia ello mientras se trata de dar respuesta a las urgencias de los más necesitados.
Porque hay dos problemas que en realidad son dos aspectos de la misma cosa:
Una verdadera alternativa política a los partidos tradicionales sólo puede crecer y tomar el poder si encarna un verdadero Movimiento Social ¿De qué Movimiento Social estaríamos hablando?
Y desde luego que un Movimiento Social implica mucho más que la lucha por mejorar las condiciones de vida mínimas, sus objetivos deben ser más amplios, profundos y diversos. Pero en el aspecto que estamos analizando ahora, de la rebeldía frente a la marginación, seguramente que un Movimiento Social debería crecer desde la lucha junto a los que menos tienen, a la vez que vaya creciendo como alternativa política.
Ahora bien, cuando se habla de lucha, muchas son las interpretaciones que puede tener esa palabra y a veces se la suele asociar con la violencia. En tal sentido debemos ser claros y contundentes:
La violencia no conduce a nada positivo para el ser humano, ya sea que se la plantee a priori como metodología de acción, ya sea que se desemboque en ella como respuesta a la represión del gobierno.
La escalada de la violencia es un callejon sin salida
Para quienes consideramos a todo tipo de violencia como repudiable, nos resulta claro que hay una sola vía de resolver los conflictos, sin embargo aún para aquellos que tienen dudas sobre la eficacia de la no violencia, o interpretan que el uso de la violencia es una suerte de castigo a los opresores cabría aclararse los objetivos.
La pregunta correcta no es ¿Tenemos derecho a ejercer acciones violentas contra quienes nos oprimen?
La pregunta correcta es ¿Terminaremos con la violencia y la opresión mediante el uso de la violencia?Y la respuesta es NO.
La complejidad de la organización social actual y el enorme poder que tienen los que dominan, hacen que cualquier acción violenta por parte de los oprimidos genere una reacción mayor que termina por aplastar y disgregar a quienes se rebelan.
Si lanzas una piedra responderán con una bala.
Si lanzas una bala volverán con un tanque.
Si consigues un tanque enviarán los aviones.
¿Qué hacer entonces, quedarnos quietos?
De ninguna manera, pero debemos salir del juego de acciones y reacciones en el que siempre ganarán los violentos.
Precisamente los poderosos son tales porque tienen el manejo de la fuerza bruta; pretender desafiarlos en ese terreno no tiene sentido, a menos que el objetivo sea demostrar hombría, o pasar a la historia como mártires de una revolución inconclusa. Pero si el objetivo es llevar adelante una verdadera revolución, no que se declame sino que se realice, entonces debemos usar la fuerza de la inteligencia y la organización que son recursos al alcance de los oprimidos: “si debes enfrentar a un campeón mundial de boxeo, no subas al cuadrilátero, hazlo sentarse frente a un tablero de ajedrez”.
La fuerza bruta no es un recurso al alcance de los oprimidos sino de los opresores. Pero en la debilidad de los oprimidos radica su verdadera fuerza, la fuerza del espíritu, la fuerza de la inteligencia, la fuerza de la organización. Pero esto hay que desarrollarlo, no es tan espontáneo. Lo espontáneo suele ser la reacción violenta del torpe o la pasividad del cobarde, y ambas son suicidas.
Hay quienes creen que la violencia, si bien no alcanza para derrotar en una primera instancia al opresor, sirve para debilitarlo y desestabilizarlo. Sin embargo la experiencia demuestra que cuando se logra una desestabilización enseguida llega una fuerza mayor a poner orden y aumenta el autoritarismo y la represión. Muchos golpes militares han justificado su intervención ante la sociedad con el pretexto de terminar con la desestabilización y el caos.
La pregunta correcta no es ¿Tenemos derecho a ejercer acciones violentas contra quienes nos oprimen?
La pregunta correcta es ¿Terminaremos con la violencia y la opresión mediante el uso de la violencia?Y la respuesta es NO.
La complejidad de la organización social actual y el enorme poder que tienen los que dominan, hacen que cualquier acción violenta por parte de los oprimidos genere una reacción mayor que termina por aplastar y disgregar a quienes se rebelan.
Si lanzas una piedra responderán con una bala.
Si lanzas una bala volverán con un tanque.
Si consigues un tanque enviarán los aviones.
¿Qué hacer entonces, quedarnos quietos?
De ninguna manera, pero debemos salir del juego de acciones y reacciones en el que siempre ganarán los violentos.
Precisamente los poderosos son tales porque tienen el manejo de la fuerza bruta; pretender desafiarlos en ese terreno no tiene sentido, a menos que el objetivo sea demostrar hombría, o pasar a la historia como mártires de una revolución inconclusa. Pero si el objetivo es llevar adelante una verdadera revolución, no que se declame sino que se realice, entonces debemos usar la fuerza de la inteligencia y la organización que son recursos al alcance de los oprimidos: “si debes enfrentar a un campeón mundial de boxeo, no subas al cuadrilátero, hazlo sentarse frente a un tablero de ajedrez”.
La fuerza bruta no es un recurso al alcance de los oprimidos sino de los opresores. Pero en la debilidad de los oprimidos radica su verdadera fuerza, la fuerza del espíritu, la fuerza de la inteligencia, la fuerza de la organización. Pero esto hay que desarrollarlo, no es tan espontáneo. Lo espontáneo suele ser la reacción violenta del torpe o la pasividad del cobarde, y ambas son suicidas.
Hay quienes creen que la violencia, si bien no alcanza para derrotar en una primera instancia al opresor, sirve para debilitarlo y desestabilizarlo. Sin embargo la experiencia demuestra que cuando se logra una desestabilización enseguida llega una fuerza mayor a poner orden y aumenta el autoritarismo y la represión. Muchos golpes militares han justificado su intervención ante la sociedad con el pretexto de terminar con la desestabilización y el caos.
miércoles, 16 de mayo de 2007
El sin sentido de la accion violenta
Existen algunas teorías que afirman que ningún cambio en la historia se logró sin el uso de la violencia. Estas teorías tienen tantas excepciones que lejos están de ser una verdad absoluta a nivel histórico.
En primer lugar podemos decir que muchos de los cambios logrados mediante el uso de la violencia, si bien sirvieron para derrocar algún tirano, éste luego fue reemplazado por otro tirano similar, aunque de diferente signo político. Por lo tanto cuando hablamos de cambios, hay que diferenciar entre los cambios que le hicieron un bien a los pueblos y aquellos que los dejaron igual o peor que antes.
En otros casos, aquellos que tuvieron la capacidad para derrocar un sistema, no tuvieron luego la capacidad para reemplazarlo por algo mejor e inclusive empeoraron las cosas.
Ocurre que muchas veces la decisión del uso de la violencia nace del resentimiento y por ello lleva dentro el germen de la destrucción y la intolerancia, y esa misma intolerancia luego se vuelve contra el mismo pueblo en el nombre del cuál se decía luchar, toda vez que ese pueblo disiente con las políticas del gobierno revolucionario.
La historia también es abundante en intentos fallidos de revoluciones violentas que terminaron con el exterminio de los revolucionarios, la tortura y la desaparición de personas, con lo cual se retrocedió en la voluntad de cambio de la sociedad en su conjunto. Los procesos latinoamericanos de la década del ’70, con la posterior desmovilización social de los 80, son un claro ejemplo de ello.
Por otra parte existen en la historia numerosos ejemplos de haber avanzado en transformaciones sociales a través de la lucha no-violenta: el boicot y la no cooperación de la India de Gandhi hasta independizarse de los ingleses y la lucha contra la discriminación a los negros en EEUU liderada por Luther King son los ejemplos más conocidos. Pero también podemos citar la lucha de los sindicatos a través de las huelgas que llevó a una sensible mejora en las condiciones laborales hacia la primer mitad del siglo XX. En realidad a diario tenemos ejemplos de lucha no violenta y del logro de objetivos en muchos aspectos del campo de los Derechos Humanos; el ejemplo de las madres de Plaza de Mayo en Argentina es todo un símbolo.
De modo que esa creencia de que sólo por medio de la violencia se obtienen las cosas, no tiene el menor asidero, y mucho menos en esta época en que el enemigo se ha hecho invisible detrás de la globalización.
Desde luego que cuando hablamos de enfrentarnos con el poder económico, muchos podrán decir que la cosa no será tan fácil, y que si no es por la fuerza del poder económico no va a ceder sus privilegios para mejorar la situación de los pueblos. Y en cierta manera tienen razón, porque no será pidiéndole permiso que el poder económico cederá posiciones, pero cuando se trata de fuerza, no necesariamente debemos identificar la fuerza con la violencia. Millones de seres humanos organizados son una inmensa fuerza que puede desarticular a los más poderosos sin necesidad de emplear la violencia, y lo que es más importante aún, minimizando la posibilidad de que los poderosos ejerzan violencia sobre los rebeldes.
Claro que para llegar a millones organizados, primero hay que llegar a cientos y luego a miles, y de eso se trata este asunto.
En primer lugar podemos decir que muchos de los cambios logrados mediante el uso de la violencia, si bien sirvieron para derrocar algún tirano, éste luego fue reemplazado por otro tirano similar, aunque de diferente signo político. Por lo tanto cuando hablamos de cambios, hay que diferenciar entre los cambios que le hicieron un bien a los pueblos y aquellos que los dejaron igual o peor que antes.
En otros casos, aquellos que tuvieron la capacidad para derrocar un sistema, no tuvieron luego la capacidad para reemplazarlo por algo mejor e inclusive empeoraron las cosas.
Ocurre que muchas veces la decisión del uso de la violencia nace del resentimiento y por ello lleva dentro el germen de la destrucción y la intolerancia, y esa misma intolerancia luego se vuelve contra el mismo pueblo en el nombre del cuál se decía luchar, toda vez que ese pueblo disiente con las políticas del gobierno revolucionario.
La historia también es abundante en intentos fallidos de revoluciones violentas que terminaron con el exterminio de los revolucionarios, la tortura y la desaparición de personas, con lo cual se retrocedió en la voluntad de cambio de la sociedad en su conjunto. Los procesos latinoamericanos de la década del ’70, con la posterior desmovilización social de los 80, son un claro ejemplo de ello.
Por otra parte existen en la historia numerosos ejemplos de haber avanzado en transformaciones sociales a través de la lucha no-violenta: el boicot y la no cooperación de la India de Gandhi hasta independizarse de los ingleses y la lucha contra la discriminación a los negros en EEUU liderada por Luther King son los ejemplos más conocidos. Pero también podemos citar la lucha de los sindicatos a través de las huelgas que llevó a una sensible mejora en las condiciones laborales hacia la primer mitad del siglo XX. En realidad a diario tenemos ejemplos de lucha no violenta y del logro de objetivos en muchos aspectos del campo de los Derechos Humanos; el ejemplo de las madres de Plaza de Mayo en Argentina es todo un símbolo.
De modo que esa creencia de que sólo por medio de la violencia se obtienen las cosas, no tiene el menor asidero, y mucho menos en esta época en que el enemigo se ha hecho invisible detrás de la globalización.
Desde luego que cuando hablamos de enfrentarnos con el poder económico, muchos podrán decir que la cosa no será tan fácil, y que si no es por la fuerza del poder económico no va a ceder sus privilegios para mejorar la situación de los pueblos. Y en cierta manera tienen razón, porque no será pidiéndole permiso que el poder económico cederá posiciones, pero cuando se trata de fuerza, no necesariamente debemos identificar la fuerza con la violencia. Millones de seres humanos organizados son una inmensa fuerza que puede desarticular a los más poderosos sin necesidad de emplear la violencia, y lo que es más importante aún, minimizando la posibilidad de que los poderosos ejerzan violencia sobre los rebeldes.
Claro que para llegar a millones organizados, primero hay que llegar a cientos y luego a miles, y de eso se trata este asunto.
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El sin sentido de la accion violenta
La lucha no-violenta en el sistema democratico
Ya han pasado las épocas de los gobiernos militares en Latinoamérica. El Imperio necesitaba de los gobiernos de facto porque los sistemas democráticos aún eran permeables a “ideologías prohibidas”, pero con el tiempo, la represión, las desapariciones, la educación alineada con la “verdad oficial”, la propaganda y el chantaje económico fueron “encarrilando” a políticos y votantes, hasta hacer de los sistemas democráticos simples pantallas locales de la fuerza imperial. Hoy a ningún partido político tradicional, ni siquiera al comunista o al socialista se le ocurriría proponer en su plataforma política un cambio de sistema económico. Hoy todos aceptan al capitalismo aunque con distintas tonalidades, tenemos los neoliberales que pretenden que el mercado regule la vida y muerte de las personas, y tenemos los seudo progresistas que piden por un “capitalismo de rostro humano”, y en el campo progresista se habla más de reivindicaciones que de cambio de sistema. Y desde luego que, gobierne quien gobierne, se termina haciendo lo que el poder central quiere: donde conviene liberalizar los mercados para comerse todo, se liberan los mercados, donde conviene regular para que no compitan otros, se regula y donde alguien quiere tomar medidas a favor de la gente, se les dice no se puede por ahora.
El capital financiero se ha apoderado de todo y mediante la rienda del endeudamiento digita las políticas nacionales y exprime a los pueblos con intereses usureros. Semejante concentración de poder hace que cada vez sea más difícil lograr reivindicaciones sociales, por el contrario, se ha comenzado a retroceder aceleradamente con el crecimiento de la desocupación, la marginación y la flexibilización laboral.
Hoy podemos ver como toda la fuerte oposición que se levanta frente a ese poder a través de las huelgas, protestas, manifestaciones, y presiones políticas, si bien son imprescindibles para ponerle trabas al avance del poder imperial, no alcanzan para frenarlo. El imperio utiliza la táctica de avanzar dos pasos y retroceder uno. Continuamente se recortan salarios y se genera desocupación y miseria, y cuando esas medidas tienen rechazo por parte de las organizaciones sociales, entonces se dan algunas concesiones menores para más tarde volver a avanzar.
En los últimos años hemos visto multiplicarse los estallidos sociales, las protestas sindicales, las manifestaciones contra el FMI, contra la globalización, contra los despidos, etc. Mucha fuerza se ha hecho para detener el avance de la fuerza imperial, y eso es muy positivo, sin embargo la conclusión es que ésta ha avanzado inexorablemente. Claro que posiblemente si todas estas protestas no hubieran existido, el avance hubiese sido más rápido, pero la conclusión es que el avance es continuo y no parece haber fuerza en el mundo capaz de detenerlo.
Y si vemos como ese avance ha dejado como resultado la mayor concentración de riqueza y el mayor empobrecimiento de los pueblos, es previsible un negro futuro para la humanidad, mucho más negro de lo que hoy vemos o alcanzamos a imaginar.
Entonces, si todo lo que se ha hecho hasta ahora para detener ese avance no ha servido, la pregunta es qué es lo que debe hacerse.
Hay que golpear donde les duele, hay que golpear hasta que caigan.
Pero golpear no es dar golpes de violencia, porque no es ético y porque no les duele.
Al poder económico no le duele la pedrada que le pegan a un gendarme, y al pueblo si le duele la bala que el gendarme devuelve.
Al poder económico no le duele una comisaría incendiada, y al pueblo si le duelen sus militantes encarcelados y torturados.
Lo que al poder económico le duele es perder dinero, perder el poder político de sus secuaces nacionales; le duele que lo desenmascaren y que la gente se deshipnotice; le duele que la gente se organice y haga crecer una opción, un Movimiento Social que no puedan comprar con dinero. Le duele que se le den vuelta sus propios socios y guardianes.
El sistema está muy bien preparado para reprimir acciones violentas y cada vez se va perfeccionar más. El que piense que por esa vía va a conseguir algo, se equivoca o persigue otros fines. La violencia no solamente debe ser descartada por razones de ética, lo que de por sí bastaría, sino también por inútil.
Y si alguien cree que las fricciones violentas harán enardecer a la población que finalmente saldrá mancomunadamente a derrocar al gobierno, se equivoca, porque si la población ya estuviera en condiciones de unirse espontáneamente, comenzaría por no votar al gobierno que supuestamente debe derrocar; y además en esa creencia se desconoce el proceso de desestructuración que sufre la sociedad. Las fricciones violentas no suman gente a la causa, la restan.
Sin embargo, sabemos que muchas veces la opción violenta nace de la impotencia de ver que las otras vías están agotadas. Lo que ocurre es que esas otras vías, las del simple petitorio o reclamo no son suficientes, el sistema ya tiene anticuerpos contra ellas.
100.000 personas en una plaza pidiendo que el gobierno no se arrodille ante el Fondo Monetario es seguramente un gran avance, pero si además esas cien mil personas estuvieran organizadas llevando adelante acciones no violentas de boicot contra la banca y el gobierno, el resultado sería mucho mayor.
El simple petitorio no sirve, la simple declaración no sirve, o mejor dicho sirve para difundir la demanda, pero eso sólo no alcanza.
Por otra parte existen cúpulas sindicales que de tanto en tanto realizan un paro de 24 horas para ubicarse en una posición de fuerza que les permita negociar o posicionarse políticamente, pero indefectiblemente después terminan traicionando a la gente, con lo cual se va deteriorando la posibilidad de que exista una resistencia organizada. La gente cada vez cree menos en las organizaciones porque las cúpulas son corruptas y a la vez la lucha desorganizada no tiene posibilidades de avanzar: una de las paradojas del momento actual.
El capital financiero se ha apoderado de todo y mediante la rienda del endeudamiento digita las políticas nacionales y exprime a los pueblos con intereses usureros. Semejante concentración de poder hace que cada vez sea más difícil lograr reivindicaciones sociales, por el contrario, se ha comenzado a retroceder aceleradamente con el crecimiento de la desocupación, la marginación y la flexibilización laboral.
Hoy podemos ver como toda la fuerte oposición que se levanta frente a ese poder a través de las huelgas, protestas, manifestaciones, y presiones políticas, si bien son imprescindibles para ponerle trabas al avance del poder imperial, no alcanzan para frenarlo. El imperio utiliza la táctica de avanzar dos pasos y retroceder uno. Continuamente se recortan salarios y se genera desocupación y miseria, y cuando esas medidas tienen rechazo por parte de las organizaciones sociales, entonces se dan algunas concesiones menores para más tarde volver a avanzar.
En los últimos años hemos visto multiplicarse los estallidos sociales, las protestas sindicales, las manifestaciones contra el FMI, contra la globalización, contra los despidos, etc. Mucha fuerza se ha hecho para detener el avance de la fuerza imperial, y eso es muy positivo, sin embargo la conclusión es que ésta ha avanzado inexorablemente. Claro que posiblemente si todas estas protestas no hubieran existido, el avance hubiese sido más rápido, pero la conclusión es que el avance es continuo y no parece haber fuerza en el mundo capaz de detenerlo.
Y si vemos como ese avance ha dejado como resultado la mayor concentración de riqueza y el mayor empobrecimiento de los pueblos, es previsible un negro futuro para la humanidad, mucho más negro de lo que hoy vemos o alcanzamos a imaginar.
Entonces, si todo lo que se ha hecho hasta ahora para detener ese avance no ha servido, la pregunta es qué es lo que debe hacerse.
Hay que golpear donde les duele, hay que golpear hasta que caigan.
Pero golpear no es dar golpes de violencia, porque no es ético y porque no les duele.
Al poder económico no le duele la pedrada que le pegan a un gendarme, y al pueblo si le duele la bala que el gendarme devuelve.
Al poder económico no le duele una comisaría incendiada, y al pueblo si le duelen sus militantes encarcelados y torturados.
Lo que al poder económico le duele es perder dinero, perder el poder político de sus secuaces nacionales; le duele que lo desenmascaren y que la gente se deshipnotice; le duele que la gente se organice y haga crecer una opción, un Movimiento Social que no puedan comprar con dinero. Le duele que se le den vuelta sus propios socios y guardianes.
El sistema está muy bien preparado para reprimir acciones violentas y cada vez se va perfeccionar más. El que piense que por esa vía va a conseguir algo, se equivoca o persigue otros fines. La violencia no solamente debe ser descartada por razones de ética, lo que de por sí bastaría, sino también por inútil.
Y si alguien cree que las fricciones violentas harán enardecer a la población que finalmente saldrá mancomunadamente a derrocar al gobierno, se equivoca, porque si la población ya estuviera en condiciones de unirse espontáneamente, comenzaría por no votar al gobierno que supuestamente debe derrocar; y además en esa creencia se desconoce el proceso de desestructuración que sufre la sociedad. Las fricciones violentas no suman gente a la causa, la restan.
Sin embargo, sabemos que muchas veces la opción violenta nace de la impotencia de ver que las otras vías están agotadas. Lo que ocurre es que esas otras vías, las del simple petitorio o reclamo no son suficientes, el sistema ya tiene anticuerpos contra ellas.
100.000 personas en una plaza pidiendo que el gobierno no se arrodille ante el Fondo Monetario es seguramente un gran avance, pero si además esas cien mil personas estuvieran organizadas llevando adelante acciones no violentas de boicot contra la banca y el gobierno, el resultado sería mucho mayor.
El simple petitorio no sirve, la simple declaración no sirve, o mejor dicho sirve para difundir la demanda, pero eso sólo no alcanza.
Por otra parte existen cúpulas sindicales que de tanto en tanto realizan un paro de 24 horas para ubicarse en una posición de fuerza que les permita negociar o posicionarse políticamente, pero indefectiblemente después terminan traicionando a la gente, con lo cual se va deteriorando la posibilidad de que exista una resistencia organizada. La gente cada vez cree menos en las organizaciones porque las cúpulas son corruptas y a la vez la lucha desorganizada no tiene posibilidades de avanzar: una de las paradojas del momento actual.
El derecho de los demas y la lucha no-violenta
La creciente ola de manifestaciones y cortes de ruta en Argentina, e inclusive los paros sindicales han sido motivo del siguiente planteo: ¿Es legítimo afectar a otros al reclamar por un derecho propio? ¿Es legítimo cortar una calle o una ruta o para el transporte, lo que afecta el derecho de las demás personas a circular libremente?
Sí, es legítimo.
Antes hablábamos del individualismo y la competencia en la sociedad, de cómo sin darnos cuenta éramos verdugos de nuestros hermanos por la sencilla razón de que formamos parte de una gran maquinaria que escupe gente al pozo de la marginación. Ese mismo individualismo lleva muchas veces a que los que aún están dentro del sistema, los que aún tienen trabajo, se olviden de las penurias que pasan los marginados y los vean casi como enemigos porque al manifestarse por sus derechos entorpecen el tránsito. ¿Y qué pretenden, que la gente marginada proteste desde su casa o eleve un simple petitorio escrito al gobierno reclamando trabajo?, si fuera tan sencillo, si se atendieran sus reclamos de manera tan simple, los primeros interesados en dejar de cortar rutas y calles serían los propios manifestantes.
Hay que diferenciar entre el derecho individual de cada persona y la posibilidad que tiene de ejercerlos dentro de un sistema social. Cuando un sistema funciona, cuando se puede circular por las calles, cuando se busca trabajo y se encuentra, cuando se tiene hambre y se come, cuando se está enfermo y se tiene atención médica digna, cuando se es viejo y se percibe una jubilación adecuada, entonces quien altera el normal funcionamiento de esa sociedad podemos suponer que está atentando contra los derechos de los individuos. Pero cuando un sistema funciona para unos pocos y margina al resto, es el sistema el que no funciona, y todos somos responsables, ya sea por votar a un gobierno que no atiende las necesidades de los marginados, ya sea porque no nos importa la suerte de los demás o la nuestra misma. ¿Cómo podemos exigir que nuestros derechos sean respetados si no nos preocupamos de que se respeten los mínimos derechos de los demás?
Semejante desentendimiento, semejante falta de solidaridad lleva a una peligrosa división social y genera resentimientos que llevan a la sociedad a una suerte de guerra civil encubierta. ¿O qué es la creciente ola de delincuencia y de violencia sino un rechazo a una sociedad diferente?. Hoy la delincuencia ya tiene su propia sub-cultura, su música, sus códigos, sus mártires, sus simpatizantes y hasta sus santos. Y este proceso de todos contra todos lleva a la sociedad al caos.
¿Pero acaso la semilla del caos no la impuso el liberalismo económico cuando dijo: “sálvese quién pueda”? Bueno, cada uno hace lo que puede en esta lucha de todos contra todos y allí están las consecuencias.
Basta de hipocresías.
Ocupémonos de reconstituir el tejido social, seamos solidarios con las necesidades de los demás y veamos claramente quien es el enemigo: la banca y el poder económico mundial. Ellos se llevan la torta para hacernos pelear entre nosotros por las migajas.
En la lucha no violenta en democracia es imprescindible trabajar para organizar a toda la sociedad, a los marginados y a los que aún no lo son.
¡Están exterminando a un tercio de la raza humana y el mundo sigue andando!
¡Hay que para el mundo!
Sí, es legítimo.
Antes hablábamos del individualismo y la competencia en la sociedad, de cómo sin darnos cuenta éramos verdugos de nuestros hermanos por la sencilla razón de que formamos parte de una gran maquinaria que escupe gente al pozo de la marginación. Ese mismo individualismo lleva muchas veces a que los que aún están dentro del sistema, los que aún tienen trabajo, se olviden de las penurias que pasan los marginados y los vean casi como enemigos porque al manifestarse por sus derechos entorpecen el tránsito. ¿Y qué pretenden, que la gente marginada proteste desde su casa o eleve un simple petitorio escrito al gobierno reclamando trabajo?, si fuera tan sencillo, si se atendieran sus reclamos de manera tan simple, los primeros interesados en dejar de cortar rutas y calles serían los propios manifestantes.
Hay que diferenciar entre el derecho individual de cada persona y la posibilidad que tiene de ejercerlos dentro de un sistema social. Cuando un sistema funciona, cuando se puede circular por las calles, cuando se busca trabajo y se encuentra, cuando se tiene hambre y se come, cuando se está enfermo y se tiene atención médica digna, cuando se es viejo y se percibe una jubilación adecuada, entonces quien altera el normal funcionamiento de esa sociedad podemos suponer que está atentando contra los derechos de los individuos. Pero cuando un sistema funciona para unos pocos y margina al resto, es el sistema el que no funciona, y todos somos responsables, ya sea por votar a un gobierno que no atiende las necesidades de los marginados, ya sea porque no nos importa la suerte de los demás o la nuestra misma. ¿Cómo podemos exigir que nuestros derechos sean respetados si no nos preocupamos de que se respeten los mínimos derechos de los demás?
Semejante desentendimiento, semejante falta de solidaridad lleva a una peligrosa división social y genera resentimientos que llevan a la sociedad a una suerte de guerra civil encubierta. ¿O qué es la creciente ola de delincuencia y de violencia sino un rechazo a una sociedad diferente?. Hoy la delincuencia ya tiene su propia sub-cultura, su música, sus códigos, sus mártires, sus simpatizantes y hasta sus santos. Y este proceso de todos contra todos lleva a la sociedad al caos.
¿Pero acaso la semilla del caos no la impuso el liberalismo económico cuando dijo: “sálvese quién pueda”? Bueno, cada uno hace lo que puede en esta lucha de todos contra todos y allí están las consecuencias.
Basta de hipocresías.
Ocupémonos de reconstituir el tejido social, seamos solidarios con las necesidades de los demás y veamos claramente quien es el enemigo: la banca y el poder económico mundial. Ellos se llevan la torta para hacernos pelear entre nosotros por las migajas.
En la lucha no violenta en democracia es imprescindible trabajar para organizar a toda la sociedad, a los marginados y a los que aún no lo son.
¡Están exterminando a un tercio de la raza humana y el mundo sigue andando!
¡Hay que para el mundo!
La metodologia de la no-violencia activa
Experiencias históricas
Las experiencias anteriores no necesariamente pueden servirnos para implementar las mismas estrategias y tácticas, porque varían mucho las épocas, el contexto histórico, las culturas, los sistemas políticos y los objetivos.
Tampoco necesariamente se debe compartir la actitud en algunos casos de sacrificio o inmolación que han tenido algunos de los protagonistas. No obstante, veamos un sencillo resumen de las mismas para ilustrar este punto.
En todo caso podemos decir que el ensayo “Desobediencia Civil” publicado en 1849 por Henry Thoreau, quien fue a la cárcel por negarse a pagar impuestos en un país que aceptaba la esclavitud (USA), sienta las bases teóricas de la resistencia pasiva.
Luego Mahatma Gandhi, durante la primer mitad del siglo XX luchó mediante la política de la resistencia pasiva y la no-cooperación, primero en Sudáfrica y después en su país, la India, logrando en este último finalmente la independencia con el Reino Unido. La no cooperación y el boicot a los productos británicos llevados adelante masivamente por el pueblo de la India terminaron por debilitar a los ingleses.
En la década del 50, Martín Luther King organizó una campaña contra la segregación racial en el transporte público de Montgomery (USA), en la que todas las personas de raza negra dejaron de usar el transporte público haciendo quebrar a las compañías, hasta que finalmente el Tribunal Supremo Prohibió la segregación racial en el transporte. Luego dirigió varias campañas contra la segregación y una histórica marcha a Washington en 1963.
Tal vez las figuras más míticas de la lucha no-violencia fueron Gandhi y Luther King, pero han sido innumerables las organizaciones que han empleado esta metodología con éxito.
Algunos conceptos teóricos sobre la lucha no-violenta.
Veamos algunos conceptos vertidos por teóricos y prácticos de la no-violencia.
“El movimiento de desobediencia civil, una vez puesto en marcha debidamente, no necesita caudillos”, (Gandhi)
“Si la fuerza del alma se hiciera universal, revolucionaría los ideales sociales y eliminaría los despotismos...” (Gandhi)
“El único deber que tengo el derecho de asumir es hacer, en todo momento, lo que considere justo” (Thoreau)
“Si un solo hombre honesto en este estado de Massachussets, dejara de tener esclavos, se apartara de la colaboración con el gobierno y se viera encarcelado por ello, eso significaría la abolición de la esclavitud en los EEUU. Porque no importa lo pequeño que pueda parecer el comienzo: lo que se hace bien una vez se hace para siempre.” (Thoreau)
“La violencia requiere de cabezas calientes, la no-violencia requiere más bien de cabezas frías y ecuánimes. La violencia es más fácil empezarla y más difícil sostenerla con claridad de objetivos y métodos... No debe confundirse el doler y el hacer doler con el conseguir el propósito político” (Shelling)
“El ejercicio del poder del gobernante requiere del consentimiento del gobernado, quien al retirar el consentimiento, puede controlar y hasta destruir el poder del contrincante.” (Sharp)
“Cuando la gente se rehusa a cooperar, se niega a prestar ayuda, y persiste en esta desobediencia y postura retadora, le está negando a su adversario el apoyo y cooperación humanas básicas que cualquier gobierno o sistema jerárquico perderá el poder. Esta es la premisa política básica de la acción no-violenta” (Sharp)
Precisamente Gene Sharp en su obra “La lucha política no violenta”, enumera toda una gama de tácticas de lucha, algunas de las cuales detallamos a continuación a modo de ejemplo.
Las experiencias anteriores no necesariamente pueden servirnos para implementar las mismas estrategias y tácticas, porque varían mucho las épocas, el contexto histórico, las culturas, los sistemas políticos y los objetivos.
Tampoco necesariamente se debe compartir la actitud en algunos casos de sacrificio o inmolación que han tenido algunos de los protagonistas. No obstante, veamos un sencillo resumen de las mismas para ilustrar este punto.
En todo caso podemos decir que el ensayo “Desobediencia Civil” publicado en 1849 por Henry Thoreau, quien fue a la cárcel por negarse a pagar impuestos en un país que aceptaba la esclavitud (USA), sienta las bases teóricas de la resistencia pasiva.
Luego Mahatma Gandhi, durante la primer mitad del siglo XX luchó mediante la política de la resistencia pasiva y la no-cooperación, primero en Sudáfrica y después en su país, la India, logrando en este último finalmente la independencia con el Reino Unido. La no cooperación y el boicot a los productos británicos llevados adelante masivamente por el pueblo de la India terminaron por debilitar a los ingleses.
En la década del 50, Martín Luther King organizó una campaña contra la segregación racial en el transporte público de Montgomery (USA), en la que todas las personas de raza negra dejaron de usar el transporte público haciendo quebrar a las compañías, hasta que finalmente el Tribunal Supremo Prohibió la segregación racial en el transporte. Luego dirigió varias campañas contra la segregación y una histórica marcha a Washington en 1963.
Tal vez las figuras más míticas de la lucha no-violencia fueron Gandhi y Luther King, pero han sido innumerables las organizaciones que han empleado esta metodología con éxito.
Algunos conceptos teóricos sobre la lucha no-violenta.
Veamos algunos conceptos vertidos por teóricos y prácticos de la no-violencia.
“El movimiento de desobediencia civil, una vez puesto en marcha debidamente, no necesita caudillos”, (Gandhi)
“Si la fuerza del alma se hiciera universal, revolucionaría los ideales sociales y eliminaría los despotismos...” (Gandhi)
“El único deber que tengo el derecho de asumir es hacer, en todo momento, lo que considere justo” (Thoreau)
“Si un solo hombre honesto en este estado de Massachussets, dejara de tener esclavos, se apartara de la colaboración con el gobierno y se viera encarcelado por ello, eso significaría la abolición de la esclavitud en los EEUU. Porque no importa lo pequeño que pueda parecer el comienzo: lo que se hace bien una vez se hace para siempre.” (Thoreau)
“La violencia requiere de cabezas calientes, la no-violencia requiere más bien de cabezas frías y ecuánimes. La violencia es más fácil empezarla y más difícil sostenerla con claridad de objetivos y métodos... No debe confundirse el doler y el hacer doler con el conseguir el propósito político” (Shelling)
“El ejercicio del poder del gobernante requiere del consentimiento del gobernado, quien al retirar el consentimiento, puede controlar y hasta destruir el poder del contrincante.” (Sharp)
“Cuando la gente se rehusa a cooperar, se niega a prestar ayuda, y persiste en esta desobediencia y postura retadora, le está negando a su adversario el apoyo y cooperación humanas básicas que cualquier gobierno o sistema jerárquico perderá el poder. Esta es la premisa política básica de la acción no-violenta” (Sharp)
Precisamente Gene Sharp en su obra “La lucha política no violenta”, enumera toda una gama de tácticas de lucha, algunas de las cuales detallamos a continuación a modo de ejemplo.
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La metodologia de la no-violencia activa
Los metodos de la accion no-violenta
Sharp los clasifica en tres grupos:
· De protesta y persuasión
· De No cooperación
· De Intervención no violenta
Protesta y persuasión:
Estas son acciones más bien de tipo simbólico, que ejercen presión y hacen que se difunda y se conozca la protesta.
· Actos públicos y discursos de protesta
· Cartas de oposición o apoyo
· Declaraciones públicas
· Petitorios
· Difusión de la protesta por diferentes medios periodísticos o publicitarios
· Ruidos simbólicos (sirenas, campanas, silbatos, cacerolazos, etc.)
· Molestar a funcionarios (insultos, estorbarlo continuamente, etc.)
· Vigilias
· Canciones y sátiras
· Peregrinajes y caravanas
· Foros y mitines
· Retirarse de actos públicos, dar la espalda, etc.
No cooperación:
Los más importantes se relacionan con el no consumir o el no trabajar.
· Boicot social a colaboradores del régimen
· Suspensión de actividades sociales o deportivas
· Huelgas estudiantiles· Desobediencia social de reglas y costumbres
· No comprar determinados productos o reducir el consumo a lo indispensable
· Huelgas obreras· Boicots de proveedores de algún producto (no distribuirlo)
· Cierre de comercios
· Retiro de depósitos bancarios
· Negarse a pagar cuotas
· Listas negras de comerciantes o productores
· Huelgas relámpago sin previo aviso
· Huelga de profesionales
· Trabajo a reglamento
· Ausentismo por “enfermedad”
· Boicots en puestos de trabajo del gobierno
· Desobediencia disfrazada (se simula obediencia)
· Plantones sentados· Desobediencia civil de leyes legítimas
Acciones de intervención no violenta
Son acciones donde se interviene para cambiar una situación.
· Ayunos y huelgas de hambre
· Molestias constantes públicas y privadas
· Plantones sentados ocupando espacios públicos
· Toma pacífica de edificios
· Invadir áreas prohibidas
· Obstrucciones para evitar desplazamientos o acciones
· Sobrecargar instalaciones
· Tortuguismo (enlentecimiento de acciones para provocar demoras)
· Sistemas alternos de comunicación (diarios, radios)
· Invasión de tierras
· Falsificación política de documentos o dinero
· Mercados paralelos
· Sistemas de transporte alternosSobrecargar sistemas administrativos
· De protesta y persuasión
· De No cooperación
· De Intervención no violenta
Protesta y persuasión:
Estas son acciones más bien de tipo simbólico, que ejercen presión y hacen que se difunda y se conozca la protesta.
· Actos públicos y discursos de protesta
· Cartas de oposición o apoyo
· Declaraciones públicas
· Petitorios
· Difusión de la protesta por diferentes medios periodísticos o publicitarios
· Ruidos simbólicos (sirenas, campanas, silbatos, cacerolazos, etc.)
· Molestar a funcionarios (insultos, estorbarlo continuamente, etc.)
· Vigilias
· Canciones y sátiras
· Peregrinajes y caravanas
· Foros y mitines
· Retirarse de actos públicos, dar la espalda, etc.
No cooperación:
Los más importantes se relacionan con el no consumir o el no trabajar.
· Boicot social a colaboradores del régimen
· Suspensión de actividades sociales o deportivas
· Huelgas estudiantiles· Desobediencia social de reglas y costumbres
· No comprar determinados productos o reducir el consumo a lo indispensable
· Huelgas obreras· Boicots de proveedores de algún producto (no distribuirlo)
· Cierre de comercios
· Retiro de depósitos bancarios
· Negarse a pagar cuotas
· Listas negras de comerciantes o productores
· Huelgas relámpago sin previo aviso
· Huelga de profesionales
· Trabajo a reglamento
· Ausentismo por “enfermedad”
· Boicots en puestos de trabajo del gobierno
· Desobediencia disfrazada (se simula obediencia)
· Plantones sentados· Desobediencia civil de leyes legítimas
Acciones de intervención no violenta
Son acciones donde se interviene para cambiar una situación.
· Ayunos y huelgas de hambre
· Molestias constantes públicas y privadas
· Plantones sentados ocupando espacios públicos
· Toma pacífica de edificios
· Invadir áreas prohibidas
· Obstrucciones para evitar desplazamientos o acciones
· Sobrecargar instalaciones
· Tortuguismo (enlentecimiento de acciones para provocar demoras)
· Sistemas alternos de comunicación (diarios, radios)
· Invasión de tierras
· Falsificación política de documentos o dinero
· Mercados paralelos
· Sistemas de transporte alternosSobrecargar sistemas administrativos
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Los metodos de la accion no-violenta
La lucha no-violenta en el mundo actual
Como dijimos antes, muchos de los ejemplos de la lucha no-violenta a nivel histórico, no son reproducibles en otras sociedades en cuanto a tácticas y formas organizativas, porque hay diferencias culturales y epocales. No obstante, si algo podemos sacar como denominador común, es que cuando mucha gente se organiza con un objetivo, no necesita la violencia para obtenerlo. Y en cuanto al tipo de acción, también podemos sacar como conclusión que cada vez que la lucha no-violenta afectó realmente los intereses políticos y económicos del enemigo, éste retrocedió herido.
Como ya hemos dicho, la violencia lleva a un callejón sin salida, ya que en ese campo los opresores tienen el control, y sobre todo en este mundo globalizado en que el Imperio se va adueñando de todo.
Las acciones violentas, ya sean iniciativas de violencia o ya sean respuesta a la represión, terminan con la cárcel, con heridos y hasta muertos, y sin ninguna posibilidad de lograr los cambios buscados. Por el contrario, la respuesta de los gobernantes será fortalecer el aparato represivo, y poco a poco la lucha infructuosa desgastará a la población. Además, en contextos democráticos, es mucho más difícil que la gente acepte la salida violenta, de por sí nefasta en cualquier contexto.
Y entrando a revisar las diferentes tácticas de lucha, podemos decir que en la actualidad todo lo que sean acciones de meros reclamos o declaraciones (los del primer punto de la clasificación anterior), pueden tener un efecto publicitario de interés, pero no servirán para torcer el brazo del poder político y mucho menos del poder económico que lo maneja. Si se trata de lograr reivindicaciones secundarias, como la obtención de un espacio verde en un barrio o la colocación de semáforo, es probable que baste con juntar firmas y elevar un petitorio, y en todo caso reforzar con algunas acciones de mayor difusión. Pero cuando se trata de resolver la problemática de millones de marginados y desocupados, cuando se trata en definitiva de redistribuir la riqueza y modificar las políticas económicas, allí donde se piden transformaciones
que afectan al poder establecido, allí seguramente no bastará con pedidos ni declaraciones. Aún para obtener reivindicaciones parciales, como subsidios para los marginados (lo que no significa cambiar los modelos económicos), aún para tan humilde petición, la resistencia será grande, porque los estados se van achicando ante el avance del monopolio privado y el presupuesto cada vez más magro se utiliza para pagar intereses de la deuda externa. Pedir que el Estado pongarecursos en la gente es pedirle que se los saque al sector privado, y el sector privado que más recursos tiene es precisamente el que controla al gobierno: las multinacionales y la banca, y obviamente no lo permitirán.
Entonces en realidad la lucha es contra gobernantes marionetas que no tienen poder de decisión y sólo distraerán con dilaciones. Esto no quiere decir que no haya que presionar a los gobernantes, que en definitiva son cómplices del poder económico, pero hay también que empezar a golpear al poder económico, si se quiere herir al gigante aunque sea en los tobillos.
Cada vez más los gobiernos son títeres del poder económico, por lo cual el desgaste de los políticos en los conflictos sociales sin resolver, no afecta al poder real que puede cambiar de figuritas cuando quiere. El poder económico puede cambiar ministros y hasta presidentes cuando quiera, y manejar los medios de difusión para convencer a la gente de que el próximo será mejor.
Es por eso que en el contexto democrático, un1a herramienta fundamental de la lucha no-violenta es la comunicación entre la gente, creer en nuestro vecino y dejar de creer en lo que intentan vender los medios de difusión y desenmascarar la realidad. En una dictadura está claro que se lucha contra el dictador. En la democracia no suele estar tan claro contra quien se lucha, por lo tanto hay que identificar al enemigo, ponerle nombre y apellido, dejar en claro cómo son las cosas.
Otra característica de la sociedad actual, es la creciente desestructuración y ruptura del tejido social. Así como muchos que aún están en el sistema no se solidarizan con la lucha de los marginados y además compiten entre sí, también la misma gente que tiene problemas suele abocarse a su propio conflicto y no se organizan con otros ni apoyan otros conflictos. La falta de credibilidad de los líderes sindicales y políticos, la disgregación de las organizaciones sociales y lafalta de referencias fuertes y creíbles, imposibilita acciones de grandes grupos de modo organizado y permanente. Es posible coincidir en una marcha, una movilización o una huelgaque pretende urticar y denunciar el conflicto, pero al día siguiente todo sigue igual y cada uno por su lado.
Esto es una dificultad, ya que muchas de las tácticas de la lucha no-violenta requieren de grandes grupos organizados y entrenados. En la India de Gandhi, era otra época pero además todo un pueblo identificado con un objetivo; sacarse de encima al Imperio inglés. En el caso de Luther King, eran los negros que luchaban contra la discriminación por parte de los blancos. En la sociedad actual hay cada vez menos uniformidad y los sentimientos de identidad están cada vez más atomizados y no es que esté mal la diversidad, pero mientras todo se divide y subdivide, el poder económico se concentra y reina.
Seguramente deberá surgir una mística que le dé cohesión a un nuevo Movimiento Social que luche por los derechos de los pueblos, respetando la diversidad pero con unidad en la acción. Y tal vez el comienzo sea algún efecto demostración que, en uno o algunos puntos, señale el camino de lo que hay que hacer.
Por lo tanto, en una primer etapa, la lucha no-violenta debiera diseñarse en cuanto a sus tácticas y métodos, como para que puedan ser llevados adelante por grupos quizá no tan numerosos de personas, pero que se vayan insertando en el resto de la sociedad ganando apoyo y consenso y hasta ayuda logística.
La organización de los grupos para pedir el apoyo de la población para cubrir sus necesidades básicas (alimentos para comedores, ropa, medicamentos, etc.), si bien entra dentro de lo que podríamos denominar asistencia social, y no forma parte de la lucha misma, es algo fundamental para dar respuesta a las urgencias de la población marginada y organizarse en torno a ello, a la vez que sirve para esclarecer sobre el conflicto y conseguir la adhesión de números más grandesde gente.
Como ya hemos dicho, la violencia lleva a un callejón sin salida, ya que en ese campo los opresores tienen el control, y sobre todo en este mundo globalizado en que el Imperio se va adueñando de todo.
Las acciones violentas, ya sean iniciativas de violencia o ya sean respuesta a la represión, terminan con la cárcel, con heridos y hasta muertos, y sin ninguna posibilidad de lograr los cambios buscados. Por el contrario, la respuesta de los gobernantes será fortalecer el aparato represivo, y poco a poco la lucha infructuosa desgastará a la población. Además, en contextos democráticos, es mucho más difícil que la gente acepte la salida violenta, de por sí nefasta en cualquier contexto.
Y entrando a revisar las diferentes tácticas de lucha, podemos decir que en la actualidad todo lo que sean acciones de meros reclamos o declaraciones (los del primer punto de la clasificación anterior), pueden tener un efecto publicitario de interés, pero no servirán para torcer el brazo del poder político y mucho menos del poder económico que lo maneja. Si se trata de lograr reivindicaciones secundarias, como la obtención de un espacio verde en un barrio o la colocación de semáforo, es probable que baste con juntar firmas y elevar un petitorio, y en todo caso reforzar con algunas acciones de mayor difusión. Pero cuando se trata de resolver la problemática de millones de marginados y desocupados, cuando se trata en definitiva de redistribuir la riqueza y modificar las políticas económicas, allí donde se piden transformaciones
que afectan al poder establecido, allí seguramente no bastará con pedidos ni declaraciones. Aún para obtener reivindicaciones parciales, como subsidios para los marginados (lo que no significa cambiar los modelos económicos), aún para tan humilde petición, la resistencia será grande, porque los estados se van achicando ante el avance del monopolio privado y el presupuesto cada vez más magro se utiliza para pagar intereses de la deuda externa. Pedir que el Estado pongarecursos en la gente es pedirle que se los saque al sector privado, y el sector privado que más recursos tiene es precisamente el que controla al gobierno: las multinacionales y la banca, y obviamente no lo permitirán.
Entonces en realidad la lucha es contra gobernantes marionetas que no tienen poder de decisión y sólo distraerán con dilaciones. Esto no quiere decir que no haya que presionar a los gobernantes, que en definitiva son cómplices del poder económico, pero hay también que empezar a golpear al poder económico, si se quiere herir al gigante aunque sea en los tobillos.
Cada vez más los gobiernos son títeres del poder económico, por lo cual el desgaste de los políticos en los conflictos sociales sin resolver, no afecta al poder real que puede cambiar de figuritas cuando quiere. El poder económico puede cambiar ministros y hasta presidentes cuando quiera, y manejar los medios de difusión para convencer a la gente de que el próximo será mejor.
Es por eso que en el contexto democrático, un1a herramienta fundamental de la lucha no-violenta es la comunicación entre la gente, creer en nuestro vecino y dejar de creer en lo que intentan vender los medios de difusión y desenmascarar la realidad. En una dictadura está claro que se lucha contra el dictador. En la democracia no suele estar tan claro contra quien se lucha, por lo tanto hay que identificar al enemigo, ponerle nombre y apellido, dejar en claro cómo son las cosas.
Otra característica de la sociedad actual, es la creciente desestructuración y ruptura del tejido social. Así como muchos que aún están en el sistema no se solidarizan con la lucha de los marginados y además compiten entre sí, también la misma gente que tiene problemas suele abocarse a su propio conflicto y no se organizan con otros ni apoyan otros conflictos. La falta de credibilidad de los líderes sindicales y políticos, la disgregación de las organizaciones sociales y lafalta de referencias fuertes y creíbles, imposibilita acciones de grandes grupos de modo organizado y permanente. Es posible coincidir en una marcha, una movilización o una huelgaque pretende urticar y denunciar el conflicto, pero al día siguiente todo sigue igual y cada uno por su lado.
Esto es una dificultad, ya que muchas de las tácticas de la lucha no-violenta requieren de grandes grupos organizados y entrenados. En la India de Gandhi, era otra época pero además todo un pueblo identificado con un objetivo; sacarse de encima al Imperio inglés. En el caso de Luther King, eran los negros que luchaban contra la discriminación por parte de los blancos. En la sociedad actual hay cada vez menos uniformidad y los sentimientos de identidad están cada vez más atomizados y no es que esté mal la diversidad, pero mientras todo se divide y subdivide, el poder económico se concentra y reina.
Seguramente deberá surgir una mística que le dé cohesión a un nuevo Movimiento Social que luche por los derechos de los pueblos, respetando la diversidad pero con unidad en la acción. Y tal vez el comienzo sea algún efecto demostración que, en uno o algunos puntos, señale el camino de lo que hay que hacer.
Por lo tanto, en una primer etapa, la lucha no-violenta debiera diseñarse en cuanto a sus tácticas y métodos, como para que puedan ser llevados adelante por grupos quizá no tan numerosos de personas, pero que se vayan insertando en el resto de la sociedad ganando apoyo y consenso y hasta ayuda logística.
La organización de los grupos para pedir el apoyo de la población para cubrir sus necesidades básicas (alimentos para comedores, ropa, medicamentos, etc.), si bien entra dentro de lo que podríamos denominar asistencia social, y no forma parte de la lucha misma, es algo fundamental para dar respuesta a las urgencias de la población marginada y organizarse en torno a ello, a la vez que sirve para esclarecer sobre el conflicto y conseguir la adhesión de números más grandesde gente.
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La lucha no-violenta en el mundo actual
Las tacticas de la no-violencia adaptadas a la epoca actual
Desde luego que los detalles de las acciones a llevar adelante, es algo que tienen que ir diseñando los grupos, adaptando las ideas generales a cada situación, pero algunas cuestiones a tener en cuenta serían:
· Exponerse lo menos posible a la confrontación que pueda facilitar el uso de la violencia por parte de las fuerzas de represión. No ofrecer blanco fijo. Ej. Cortes de rutas o caminos móviles, entrar y salir o en diversos puntos.
· Utilizar todas las herramientas dentro de la "legalidad" para eludir represiones y confundir; obstrucción, tortuguismo, boicots, saturación de la administración publica y privada, huelgas, etc.
Estas precauciones tienen un objetivo múltiple: salvaguardar a las personas, lograr que se sume gente "menos atrevida", y generar simpatía en la sociedad por el ingenio de las tácticas usadas.
En muchas ocasiones, a pesar de las acciones, no se conseguirá que el gobierno atienda las exigencias, pero se fortalecerá el Movimiento Social y se obtendrá más ayuda de la población para resolver necesidades básicas.
Es importante trabajar en equipo, sin liderazgos personalistas, porque entonces esos líderes pueden ser detectados por los represores y descabezar los grupos encarcelándolos por cualquier motivo. En este sentido, es probable que los gobernantes, que van haciendo las leyes a su medida, conviertan en ilegales acciones que hoy son legales, con el argumento de que se altera la "normal convivencia social". En tal sentido hay que explicar lo que es legal y lo que es legítimo, y que ante la marginación, el derecho a rebelarse siempre es legítimo.
Es de importancia también la organización, ya que este tipo de tácticas requieren de entrenamiento y de que todos los participantes tengan claro que no se debe actuar con violencia. A veces, si la cantidad de gente que participa desborda la capacidad organizativa del Movimiento, pueden ocurrir episodios de violencia desgraciados, como le ocurrió a Gandhi en el episodio de Chauri Chaura.
Un concepto que se puede instalar, es el de que los subsidios a los desocupados y marginados los tienen que pagar los que concentran el poder económico, o sea los bancos, las multinacionales, las grandes empresas y hasta los políticos que se enriquecen a costa de la gente. Y, en ese sentido, exigir que hagan donaciones de alimentos, medicamentos, y todo tipo de servicios, sería un modo de empezar a señalarlos. Lo cual no quiere decir que la lucha se termina cuando entreguen la limosna, cosa que difícilmente harán. A la vez se debiera apuntar los cañones de la no-violenciaprecisamente a estos sectores; boicots a grandes empresas, entorpecerles el normal funcionamiento para hacerles perder plata a empresas y bancos sería empezar a pegar donde les duele.
Y a todas las acciones hay que tratar de darles la mayor publicidad posible para que la opinión pública sepa lo que se está haciendo y marcar un camino ante la confusión generalizada.
Tal vez mostrando el camino se empiecen a sumar las fuerzas, tal vez cuando a todos les quede claro que están luchando por sus derechos, tal vez entonces los seres humanos comprendan que aunque les hayan pisoteado todos susderechos, aún les queda el último:
El Derecho a la Rebelión.
· Exponerse lo menos posible a la confrontación que pueda facilitar el uso de la violencia por parte de las fuerzas de represión. No ofrecer blanco fijo. Ej. Cortes de rutas o caminos móviles, entrar y salir o en diversos puntos.
· Utilizar todas las herramientas dentro de la "legalidad" para eludir represiones y confundir; obstrucción, tortuguismo, boicots, saturación de la administración publica y privada, huelgas, etc.
Estas precauciones tienen un objetivo múltiple: salvaguardar a las personas, lograr que se sume gente "menos atrevida", y generar simpatía en la sociedad por el ingenio de las tácticas usadas.
En muchas ocasiones, a pesar de las acciones, no se conseguirá que el gobierno atienda las exigencias, pero se fortalecerá el Movimiento Social y se obtendrá más ayuda de la población para resolver necesidades básicas.
Es importante trabajar en equipo, sin liderazgos personalistas, porque entonces esos líderes pueden ser detectados por los represores y descabezar los grupos encarcelándolos por cualquier motivo. En este sentido, es probable que los gobernantes, que van haciendo las leyes a su medida, conviertan en ilegales acciones que hoy son legales, con el argumento de que se altera la "normal convivencia social". En tal sentido hay que explicar lo que es legal y lo que es legítimo, y que ante la marginación, el derecho a rebelarse siempre es legítimo.
Es de importancia también la organización, ya que este tipo de tácticas requieren de entrenamiento y de que todos los participantes tengan claro que no se debe actuar con violencia. A veces, si la cantidad de gente que participa desborda la capacidad organizativa del Movimiento, pueden ocurrir episodios de violencia desgraciados, como le ocurrió a Gandhi en el episodio de Chauri Chaura.
Un concepto que se puede instalar, es el de que los subsidios a los desocupados y marginados los tienen que pagar los que concentran el poder económico, o sea los bancos, las multinacionales, las grandes empresas y hasta los políticos que se enriquecen a costa de la gente. Y, en ese sentido, exigir que hagan donaciones de alimentos, medicamentos, y todo tipo de servicios, sería un modo de empezar a señalarlos. Lo cual no quiere decir que la lucha se termina cuando entreguen la limosna, cosa que difícilmente harán. A la vez se debiera apuntar los cañones de la no-violenciaprecisamente a estos sectores; boicots a grandes empresas, entorpecerles el normal funcionamiento para hacerles perder plata a empresas y bancos sería empezar a pegar donde les duele.
Y a todas las acciones hay que tratar de darles la mayor publicidad posible para que la opinión pública sepa lo que se está haciendo y marcar un camino ante la confusión generalizada.
Tal vez mostrando el camino se empiecen a sumar las fuerzas, tal vez cuando a todos les quede claro que están luchando por sus derechos, tal vez entonces los seres humanos comprendan que aunque les hayan pisoteado todos susderechos, aún les queda el último:
El Derecho a la Rebelión.
Sintesis
· Todo ser humano tiene derecho, por el simple hecho de nacer, a un trabajo, a la salud, a la educación y a una vivienda digna.
· Todo gobierno que no lleve adelante las políticas necesarias para garantizar estos derechos a todos los ciudadanos, ya sea por acción u omisión, está violando los derechoshumanos.
· Ningún gobierno, ni aún invocando el poder delegado por el voto popular, puede ejecutar políticas que atenten contra estos derechos, y todas las leyes que se sancionen y apliquen en ese sentido carecen de legitimidad.
· Toda persona cuyos derechos humanos fundamentales son violados, tiene derecho a rebelarse contra el orden establecido que sostiene o ampara dicha violación.
· Ninguna persona tiene derecho a ejercer violencia de ningún tipo sobre otra persona, por lo tanto, para que los actos de rebelión contra el orden establecido sean a su vezlegítimos, deberán encuadrarse dentro de metodología de la no-violencia activa.
· En el complejo sistema de relaciones de intereses del sistema social actual, los derechos humanos mencionados suelen ser violados como resultado de la acumulación de riqueza en pocas manos y la pasividad del Estado frente a tal injusticia. En consecuencia la lucha no-violenta debe "patear el tablero" de una organización social que margina a las personas, dirigiendo su lucha hacia el poder económico y financiero y los gobiernos cómplices.
· Esta acción desestabilizadora hacia el sistema, en tanto no ataque a las personas, debe ser interpretada como no-violenta. Desde luego que habrá gente que puede ver afectado su normal desenvolvimiento por dichas acciones noviolentas, pero esto no puede interpretarse como un ataque personal sino como una consecuencia más del mal funcionamiento del sistema social que margina a una parte de la población. El sistema margina a muchos y por lo tanto desestabiliza al resto; la combinación marginación y estabilidad (deseada por algunos que aún la pasan bien) no será posible mientras exista la injusticia y la intencionalidad humanaluchando contra ella..
· Los sectores vinculados al poder, afectados por las acciones no-violentas, buscarán adecuar la legalidad para caratular tales acciones como delictivas y reprimirlas, por lo tanto habrá que adecuar la organización del Movimiento Social para prevenir tal represalia.
· La violencia, no solamente es ilegítima sino además inútil, porque lleva a un callejón sin salida donde los gobernantes aumentan la represión y los rebeldes se debilitan y disgregan. La violencia produce rechazo en la población lo que resta legitimidad a los que se rebelan. En cambio las tácticas noviolentas generan simpatía y la represión a las mismas resta legitimidad al gobierno represor.
· La táctica no-violenta debe en lo posible desarrollarse en andariveles diferentes a los de la confrontación, ya que ésta lleva a la escalada de la violencia y al callejón sin salida. Cuando el Movimiento Social sea lo suficientemente numeroso y organizado, cualquier acción, por pequeña e inofensiva que parezca, multiplicada por millones será imparable.
G.S., 28/07/01.
· Todo gobierno que no lleve adelante las políticas necesarias para garantizar estos derechos a todos los ciudadanos, ya sea por acción u omisión, está violando los derechoshumanos.
· Ningún gobierno, ni aún invocando el poder delegado por el voto popular, puede ejecutar políticas que atenten contra estos derechos, y todas las leyes que se sancionen y apliquen en ese sentido carecen de legitimidad.
· Toda persona cuyos derechos humanos fundamentales son violados, tiene derecho a rebelarse contra el orden establecido que sostiene o ampara dicha violación.
· Ninguna persona tiene derecho a ejercer violencia de ningún tipo sobre otra persona, por lo tanto, para que los actos de rebelión contra el orden establecido sean a su vezlegítimos, deberán encuadrarse dentro de metodología de la no-violencia activa.
· En el complejo sistema de relaciones de intereses del sistema social actual, los derechos humanos mencionados suelen ser violados como resultado de la acumulación de riqueza en pocas manos y la pasividad del Estado frente a tal injusticia. En consecuencia la lucha no-violenta debe "patear el tablero" de una organización social que margina a las personas, dirigiendo su lucha hacia el poder económico y financiero y los gobiernos cómplices.
· Esta acción desestabilizadora hacia el sistema, en tanto no ataque a las personas, debe ser interpretada como no-violenta. Desde luego que habrá gente que puede ver afectado su normal desenvolvimiento por dichas acciones noviolentas, pero esto no puede interpretarse como un ataque personal sino como una consecuencia más del mal funcionamiento del sistema social que margina a una parte de la población. El sistema margina a muchos y por lo tanto desestabiliza al resto; la combinación marginación y estabilidad (deseada por algunos que aún la pasan bien) no será posible mientras exista la injusticia y la intencionalidad humanaluchando contra ella..
· Los sectores vinculados al poder, afectados por las acciones no-violentas, buscarán adecuar la legalidad para caratular tales acciones como delictivas y reprimirlas, por lo tanto habrá que adecuar la organización del Movimiento Social para prevenir tal represalia.
· La violencia, no solamente es ilegítima sino además inútil, porque lleva a un callejón sin salida donde los gobernantes aumentan la represión y los rebeldes se debilitan y disgregan. La violencia produce rechazo en la población lo que resta legitimidad a los que se rebelan. En cambio las tácticas noviolentas generan simpatía y la represión a las mismas resta legitimidad al gobierno represor.
· La táctica no-violenta debe en lo posible desarrollarse en andariveles diferentes a los de la confrontación, ya que ésta lleva a la escalada de la violencia y al callejón sin salida. Cuando el Movimiento Social sea lo suficientemente numeroso y organizado, cualquier acción, por pequeña e inofensiva que parezca, multiplicada por millones será imparable.
G.S., 28/07/01.
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