jueves, 17 de mayo de 2007

Introduccion

La sociedad actual pareciera encontrarse en un callejón sin salida, mientras se van sucediendo los diferentes gobiernos democráticos elegidos por la gente, va aumentando la disconformidad de esa misma gente por sus gobiernos. La paradoja de una democracia formal, donde parece que elegimos entre opciones diversas pero donde finalmente siempre gobierna el mismo poder, nos llena de impotencia. Mientras tanto, millones de seres humanos son arrojados fuera del sistema, cayendo en el desempleo y la marginación social, sin que aparentemente se pueda hacer nada para cambiar el rumbo de las cosas.
Y mientras crece la impotencia en cada uno de esos seres humanos arrojados a su suerte, la respuesta del Estado es siempre la misma: No se puede solucionar el problema, la globalización es más fuerte, pero ya pasará. Parece ser que la impotencia tiñe a la sociedad toda. A veces la impotencia explota catárticamente en conflictos sociales aislados y desarticulados que no logran cambiar el rumbo de los acontecimientos. Mientras tanto el poder económico se sigue concentrando y los pueblos se siguen empobreciendo; la banca sigue succionando con tasas usureras y las multinacionales siguen devorando todo a su paso.
Y en una sociedad que nos enseñó que nuestros derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás, empezamos a ver crecer y crecer los derechos de los que más tienen, mientras que los nuestros se van reduciendo drásticamente, al punto tal que ni siquiera se nos respetan los mínimos derechos humanos, como son el derecho al trabajo, a la vivienda, a la salud y a la educación. Y sin embargo, todo parece funcionar dentro de la legalidad y con las instituciones democráticas vigentes.Nos dan una palmada en el hombro y nos dicen que nuestros reclamos son genuinos, que hay que esperar y que ya los van a resolver; mientras vemos como se llenan los bolsillos los funcionarios y acumulan poder los bancos y las multinacionales.
Pero todo es legal, la pérdida de nuestros derechos es legal, y no se puede hacer nada, salvo esperar al próximo gobierno que seguramente hará lo mismo.A
lgo no funciona, algo no nos han dicho cuando nos leyeron nuestros derechos mientras nos arrojaban al pozo de la marginación.
Lo que nos dijeron es que todo ser humano, viva en dictadura o viva en democracia, cuando es despojado del derecho al trabajo, del derecho a la salud, del derecho a la educación y a una vivienda digna, cuando se ha quedado sin ninguno de estos derechos, aún le queda el último derecho que no le podrán quitar.

El derecho a la Rebelión.

Una rebelión sin violencia, una rebelión organizada y con inteligencia, una rebelión donde la fuerza está en el espíritu de los que luchan por una causa justa. Una rebelión que utilice las metodologías de lucha de la no-violencia activa para cambiar el rumbo de las cosas. Y cambiar el rumbo significa empezar a luchar contra el poder real, que es el poder económico.

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